CAPÍTULO 8| Adrián

789 63 1
                                    

La pregunta de Belén me hizo recordar todo lo que había pasado en el día.

Me encontraba enojado todavía por lo que pasó con Belén, aunque hubiese pasado algunos días de ello. Las palabras de Miranda seguían en mi cabeza y no pude dejarlas pasar como si nada, por lo que pedí a mi grupo cercano una reunión.

Frente a mí estuvieron los diez chicos que peleaban conmigo y estaban a mi mando. Cuatro chicas y seis chicos, todos con ropa deportiva, como si lo que fuésemos a entrenar.

—Gracias por venir y estar a la hora que les avisé —dije. Chelem estaba conmigo, quizá como un supervisor o solo como un espía de su padre. No me importaba, el alfa podría decirme cualquier cosa, pero no dejaría a Belén en riesgo—. Veo que todos se confundieron, porque no están aquí para entrenar, aunque sea para lo único que los he llamado.

—¿Entonces para qué estamos aquí? Nos estás haciendo perder tiempo, jefecito. —Habló uno de los chicos. Les di una mirada seria, sin ocultar ni un poco el enojo que sentía dentro de mí.

—Los cité precisamente para que no hagan perder tiempo a mí. Sé que saben que mi novia está incapacitada y no puede ir a clases porque alguien le hizo daño. Belén no me dice quién fue, pero sé que fue alguien cercano a mí y ustedes son las personas con las que posiblemente paso más tiempo luego de ella y Chelem.

Los analicé uno por uno, deteniéndome en Julia, quien no pudo aguantar su curiosidad y cayó en la trampa.

—¿Tu novia? —preguntó con los dientes apretados.

—¿Tienes algún problema con ese hecho, Julia? —Solo negó. Me quedé con mis ojos fijos en ella, sospechando, pero dejándolo pasar. Necesitaría una prueba más que su agresividad al hablar de Belén y sus celos—. Si fue alguno de ustedes quien le hizo daño a ella le doy la oportunidad de decirlo ahora sin mayores repercusiones más que la salida de este grupo. Si no lo dicen, confiaré en que son lo suficiente inteligentes como para negarlo y confiaré en mi equipo.

—¿Por qué tanta bulla por una chica de bajo rango? —Ante la pregunta sentí la mirada de Chelem sobre mí mientras la llama de la ira se encendía con más fuerza en mi pecho. Me acerqué al chico que dijo eso, mirándolo desde arriba, aprovechando los centímetros de altura que le ganaba.

—Porque las reglas de un licántropo es respetar y cuidar a su manada. Por si no lo sabes, Belén es parte de ella, independiente de su rango. Solo que, a comparación de otros, cuenta con un agregado y es que es la persona que yo más admiro y quiero. No dejaré pasar esta situación, no con mi novia.

Sí, pensé que decir que ella era mi novia sería un problema con Belén, pero lo dejé pasar hasta no tenerla al frente y explicarle la situación.

Luego de eso, y sin dejarme continuar, el alfa entró a la sala en la que estábamos. Sarah iba detrás de él sacudiendo el cabello de su hombro.

Suspiré, alejándome y adoptando una actitud más relajada para no imponerme sobre el líder de todos ahí.

—Que bueno que encuentro a todo el equipo reunido. Tomé una decisión y, en vista de que Sarita ya tiene edad suficiente y sus habilidades son buenas, entrenará con ustedes. Adrián, luego de tus entrenamientos deberás sacar un espacio para instruirla.

Apreté mis dientes. Sus ojos fijos en los míos solo me decían una cosa: "Encontraré la forma de separarte de Belén". Pero no dejé ver lo mucho que me molestó eso, solo asentí, cruzando mis brazos.

—Bienvenida al grupo, Sarah, justo estábamos teniendo una reunión importante. Luego te pondré al tanto.

Ella se vio emocionada, tanto que corrió para hacerse a mi lado. Fruncí el entrecejo, corriéndome un paso al lado para alejarme de ella.

—¡Estoy muy emocionada, ustedes son uno de los mejores equipos!

Carraspeé.

—Estás aquí para unirte a un grupo que sale a cazar de vez en cuando vampiros o atiende a los llamados de hechiceros, no estás aquí para tener pijamadas, reuniones o fiestas, mucho menos para hacer amigos, aunque no te prohíbo que los tengas. Solo guarda la compostura.

Mi regaño la hizo entrar en cintura. Miré a los demás mientras ellos me devolvían la mirada.

—Se pueden ir.

En cuestión de minutos me dejaron solo con la compañía de Sarah. Al igual que a los demás, y haciendo mucho énfasis también en ella, le advertí sobre Belén. Se vio asustada, pero ni siquiera sabía lo que había pasado con ella, por lo que, de momento, la descarté.

Chelem llegó a los minutos por mí. Salimos con Sarah, solo porque me sentaba mal dejarla sola. La acerqué a su casa, seguro de que a Belén no le molestaría que la llevase. Chelem, para mi fortuna, se fue en el asiento del copiloto, dejando a Sarah en la parte de atrás, para su molestia.

—Deberías tirártela.

Resoplé ante las palabras de Chelem luego de dejar a Sarah en su casa y de que esta se despidiera de nosotros.

—¿Escuchaste lo que dije más temprano, idiota? No me tiraré a nadie estando con Belén.

—Sí, ni siquiera a ella. ¿Y desde cuándo eres novio de ella? —Reí.

—No lo somos. Se lo he pedido, pero me ha rechazado y ahora sé por qué. Dejaré que los demás lo crean, quizá así no se le acercan. —Fue su turno de reír.

—Entonces no estás con ella y sí puedes hacer el amor con Sarah. Ella está loquita por ti, aceptaría cualquier cosa que le propongas.

—Deja el tema, Chem. No haré nada con nadie. —Volvió a reír.

—Por supuesto que no, tampoco creo que la mojigata de Belén te dé algo más plantas.

Su comentario me molestó, pero reí porque sabía que eso no era cierto. Recordé los besos que nos habíamos dado, removiéndome en mi asiento.

—No digas nada de Belén, no quiero tener problemas contigo también.

No alcanzamos a llegar a nuestro destino. Mi padre y el suyo nos mensajearon, así que tuvimos que partir hacia la dirección que nos dijeron. Horas después estaba ahí con Belén, con ella entre mi cuerpo y la puerta, mirándome con desconfianza.

—Deja el tema, ¿no? Ya pasó, no puedes hacer nada por eso —pidió luego de que le contase sobre la reunión. Negué.

—Y ya te lo dije también. Si me entero de algo no solo me enojaré con quien lo hizo, sino también contigo por ocultarlo. —Suspiró, pero antes de que dijera algo alcé su rostro hasta el mía—. Y solo para que lo sepas, es probable que cuando vuelvas a clase todos piensen que eres mi novia.

Jadeó, abriendo sus ojos asustada mientras el color se iba de su rostro.

—¿Por qué pensarían eso? —susurró asustada, alejándose de mí. Reí, alzándola de nuevo hasta que tuve sus ojos a la altura de los míos.

—Porque se los dije. Si esa es la razón por la que no me aceptabas ya todos saben que lo eres.

Su ceño se frunció más, al igual que sus labios.

—No tenías derecho a hacerlo, Adrián.

—Oh, vamos, novia mía, mi chiquitina... Solo quiero protegerte.

—¡Pero solo lograste que de seguro esté más enojada conmigo! —gritó, bajándose de mis brazos y mandándome lejos con los suyos.

Hice una mueca a la vez que ella se daba cuenta de su error.

—¿Quién de las cuatro es? ¿O tal vez fue Sarah?

—Deja el tema, Adrián —gruñó entre dientes, abriendo la puerta antes de que pudiera detenerla.

Miranda, sin quererlo, me había acercado mucho a la persona que lo había hecho y Belén, también de forma inconsciente, había reducido ese grupo a solo las mujeres. La semana siguiente ella debería ir a clases y ahí estaría yo para cuidarla y darme cuenta de una vez por todas quién le hacía la vida imposible. Sabía que antes de conocerlos también la molestaban por su rango, no permitiría que eso siguiese pasando.

Luna creciente (Precuela Cantos a la Luna)Where stories live. Discover now