CAPÍTULO 52| Belén

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Desperté con dolor de cabeza y sola en la cama. Al parecer sí me embriagué lo suficiente como para tener resaca.


Me senté en la cama y agucé el oído para ver si es que Adrián estaba en la ducha o en alguna otra parte de la casa, pero no, no escuché ningún sonido que viniera de él.


Mi facultad no tenía clases, así que solo me senté en la cama y esperé a que se me pasara un poco la indisposición, algo que, claramente, no sucedió, porque primero debía comer algo e hidratarme.


Al levantarme fue que noté un papel en la almohada de Adrián. Solo decía que tuvo que irse temprano para entregar su trabajo, pero que diría que me hicieran algo de desayunar. Me metí a bañar luego de leerla. Del mes que pasé con él cuidándolo por su pierna, había dejado en la casa algo de mi ropa, así que tampoco tuve problema para encontrar algo cómodo para estar en casa. Lo esperaría, sí, porque debía felicitarlo como se debía por su cumpleaños.


Adrián ya cumplía veinte y dentro de poco yo cumpliría mis diecinueve.


Bajé con el ceño fruncido hasta la cocina. Tal como Adrián dijo, había un desayuno preparado para mí, aunque yo hubiera podido hacerlo. Estaba sola, imaginaba que Marta estaba trabajando al igual que Daniel y no había trabajadores, así que me senté a comer en la inmensa cocina con la única compañía de mi plato.


No tenía mis apuntes ni mis textos como para decir que estudiaría en ese momento, así que solo me puse a jugar con la Game Boy de Adrián que utilizó pocas veces luego de comprar y dejó en el olvido por sus responsabilidades.


Si pensaba en ello, se me hacía triste que Adrián tuviera tenido que dejar tantas cosas que pudo haber disfrutado si hubiera nacido siendo humano, pero no. No pudo ni siquiera disfrutar un juego de consola porque primero era el entrenamiento y defender la manada.


No me gustaba para nada eso.


Me pasé gran parte de la tarde solo jugando, hasta que se llegó la hora de que Adrián regresara, así que me puse manos a la obra. Le quería preparar algo especial por su cumpleaños, darle ese pequeño regalo ese día.


Había comprado ya el MP3 que le regalaría, ya lo tenía envuelto, pero ese regalo se lo daría el fin de semana que pasaríamos juntos.


Me adueñé de la cocina sin importarme verme muy conchuda. Lo cierto es que me gustaba la familia de Adrián por muchas razones, pero una de ella era esa, que me daban mucha libertad con lo que era de ellos. De verdad me hacían sentir como en casa y cómoda.


Claro, preparé también para mis suegros, no llegaría solo a coger la comida que había allí y dejarlos mirando cómo comíamos Adrián y yo, pero sí preparé una mesa en el jardín trasero que tenían en la casa para simular una cena romántica. También tomé velas y arranqué algunas flores para quitar sus pétalos.


Aunque en ese jardín quedaría muy bonito un rosal, a mi suegra no es que le gustasen mucho, así que tuve que conformarme con otro tipo de pétalos.


Marta llegó cuando estaba a punto de terminar mi comida, me ayudó a organizar parte de la mesa y a guardarme el pequeño secreto. Daniel sí llegó un poco más tarde y cansado, así que solo tomó su plato, comió junto a su mujer y de inmediato subió a su habitación.


Con la llegada de ellos dos supe que Adrián estaba cerca de llegar de la universidad. Había días en los que salía algo más temprano, otros en los que salía muy tarde.


Organicé todo y lo esperé con mi mejor actitud en la sala de estar de la casa.


Apenas unos minutos después unas luces iluminaron las ventanas por unos segundos. Sonreí, sintiendo también el olor de mi compañero.

Luna creciente (Precuela Cantos a la Luna)Where stories live. Discover now