CAPÍTULO 43| Belén

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Acostada en mi cama no podía dejar de mirar mi anillo de compromiso. Era hermoso, o yo lo veía así por el grado de enamoramiento que tenía.

No nos pudimos ver la semana siguiente y ese fin de semana él lo tenía ocupado. Yo, por mi parte, se suponía que iría a casa de mis padres a visitarlos para que viesen que me encontraba bien.

El lunes, luego de nuestro fin de semana juntos, llamé a mamá para contarle la nueva noticia. Ella, a comparación de mi padre, sí se alegró por mí y me exigió ir para mostrarle el anillo que por fin me habían dado como me lo merecía. Papá, lo poco que hablé con él, solo lanzó pullas a Adrián y a cómo debió actuar desde un principio. Me dolía la actitud de mi progenitor, pero no dije nada por miedo a empeorar las cosas, sin embargo, sabía que llegaría el momento en el que me cansaría de su actitud e insistencia para que tuviese una relación con Francis. Adrián, de hecho, ya estaba cansado.

Le propuse ir conmigo a casa, pero se negó por los comentarios que mi padre otras veces le había dicho. Según sus palabras «no quería romper más la relación».

El teléfono de la casa sonó, así que corrí para tomarlo y que no se perdiera la llamada. Solo teníamos uno en toda la casa, en la sala de estar, por lo que me senté al lado de la mesa al contestar.

—¿Sí?

—Hola, Bel —fruncí el ceño al escuchar la voz afectada de Francisco.

—Francis... ¿todo está bien? —por un segundo hizo silencio, luego escuché que sorbía por la nariz.

—En realidad no, no tengo dónde quedarme esta noche... ¿crees que pueda ir a tu casa? No quiero ir a la mía y que mi madre comience a cuestionarme qué sucedió.

Me quedé en silencio por un buen rato.

—¿Te das cuenta de que yo también te cuestionaré? Necesito saber qué sucedió para decidir si te dejamos quedar o no.

—Solo... creo que terminé con Cece. Llevamos un mes viviendo juntos y al parecer no está funcionando.

Boté el aire por la boca. Recibir a Francis en casa sería tena de discusión con Adrián, pero era mi amigo y el de Miranda, no podía solo ignorar su dolor.

—Fran...

—Dormiré en el sofá y solo unos días, mientras soluciono qué hacer con Ceci o con la convivencia.

Rasqué mi frente con indecisión.

—Bien, intentaré que Adrián no se vuelva loco con esto —susurré—. Yo voy de salida, dejaré las llaves debajo del tapete de la entrada. Cuando Mindy llegué le explicas la situación, no creo que ella tenga problema.

Escuché un «bien» antes de colgar. Dejé salir el aire mientras me desparramaba en el sillón. Ya me veía venir un gran problema, aunque ¿podría ocultarlo por unos días? Si Adrián no se enteraba no tendría razón para enojarse... excepto que se entere que se lo oculté.

El timbre de entrada sonó. Fruncí el ceño porque no esperaba a nadie y estaba sola, así que me levanté con mucha desconfianza para ver por la mirilla.

Una sonrisa partió mi rostro y mi mano corrió a abrir al ver a mi novio —comprometido— esperando la entrada a casa. En el momento no se me ocurrió que Francis podría llegar ahí mismo, solo me puse feliz por verlo.

Me regaló una sonrisa en cuanto me vio en la puerta también sonriendo. Me colgué a su cuello mientras él reía y me alzaba para facilitarme la tarea de enredarlo con mis piernas.

—¡Me dijiste que no nos veríamos hoy!

—Sí, bueno, pensé que si no iba a tu casa contigo le daría otra razón a tu padre para odiarme. Si se pone muy... intenso, me iré y volveré por ti cuando te quieras ir.

Luna creciente (Precuela Cantos a la Luna)Where stories live. Discover now