#oneshot I

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Un saltito en el tiempo :)
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Actualidad. Septiembre de 2022.

NARRA VANESA

7:15 de la mañana. La alarma me hizo soltar el mayor bufido del mundo, por el sueño que tenía y por lo poco que me apetecía afrontar el largo día de trabajo que me venía encima.

Di un par de vueltas en la cama, pero enseguida me armé de fuerza de voluntad y me levanté del colchón. Alcancé mi móvil en la mesilla de noche y nada mas desbloquearlo recibí el clásico mensaje de Anita cuando tocaba madrugones como aquel.

«¿Despierta?»

«Despierta»

Bajé hasta la cocina y abrí las persianas, lamentándome por lo temprano que era y lo oscuro que estaba todo todavía. Encendí la cafetera, enchufé el tostador y saqué un cartón de leche de la nevera. Me apoyé en la encimera y pensé en ella.

Mónica y yo llevábamos separadas casi cuatro meses. Aquel verano sin ella había sido como si alguien estuviera ahogándome, sin dejarme respirar y sin dejarme comprender el sentido de la vida. Había hecho conciertos, entrevistas, viajes, escapadas y reuniones con amigos, pero nada de aquello tenía el más mínimo interés para mí, porque no lo podía compartir con ella. Con mi mujer.

La cafetera pitó indicándome que ya tenía todo listo para darme aquel café mañanero que tanto necesitaba. Fui hasta ella, tras coger una taza, y pulsé el botón correspondiente. Mientras se hacía, cogí dos rebanadas de pan y las puse a tostar.

Desayuné lo más rápido que pude, porque me di cuenta de que el tiempo se me estaba comenzando a echar encima. Cuando terminé corrí a la ducha, y tras ésta, me vestí y cogí el enorme bolso que por suerte había preparado el día anterior, y que sería imprescindible para pasar la enorme cantidad de horas fuera de casa que iba a pasar.

Hoy comenzaban las grabaciones de las batallas de La Voz, donde estaría incluida siendo asesora de mi adorada Laura Pausini. Estaba emocionada por ello, porque me encantaba aquel formato y me lo pasaba en grande, pero desde hacía un tiempo había dejado de disfrutar de aquellas cosas que antes tanto me gustaban. La razón la sabía de sobra.

Ana me hizo una llamada perdida a las ocho en punto de la mañana, indicándome que estaba abajo esperándome, tan puntual como siempre. Cogí mis botines rápidamente y salí a toda velocidad.

-Buenos días -dijo Ana nada más sentir que abría la puerta de copiloto.

Murmuré un buenos días casi ilegible, y me monté en silencio. Abroché mi cinturón y mi manager arrancó el coche.

-¿No me vas a hablar en todo el camino? -se quejó Ana.

-No tengo nada que decir -respondí -tengo mucho sueño.

Ana subió el volumen de la música y los siguientes minutos los pasamos en silencio. Miré por la ventana y me dolió especialmente reconocer tan bien aquel camino a Atresmedia, que tantas y tantas veces había hecho para dejar y recoger a Mónica de la redacción. Podría hacer ese recorrido con los ojos cerrados, e incluso, podía recordar fácilmente todas las risas y momentos felices con ella yendo y viniendo, contándome cómo iban las cosas en su trabajo y haciéndome partícipe de todo. Ahora todo eran recuerdos del pasado.

En seguida llegamos y en seguida me metí en peluquería, maquillaje y todo lo necesario antes de entrar en aquel plató y pasar las siguientes horas grabando. Nos dieron una tregua casi a mediodía de un par de horas, para descansar e ir a comer algo antes de continuar con la tarde de trabajo. Busqué rápidamente a Ana y a Sole, que no andaban especialmente lejos.

Nadie más que túWhere stories live. Discover now