Capítulo 16

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NARRA MÓNICA

Ocho días después de que se fuera todavía no me había acostumbrado del todo a la situación. Vane estaba muy pendiente de mí, incluso desde la otra punta del mundo; me hacía partícipe de cada cosa que hacía, de cada sitio al que iba y de cada pequeño detalle que ocurría. Aún así, se me estaba haciendo tan cuesta arriba como había imaginado que lo haría.

-¿Estás haciendo muchas fotitos? -le pregunté.

Llevábamos un par de horas hablando; aquella noche, tras cenar, Vanesa me había llamado, ya que tenía la tarde libre antes de un pequeño evento al que la habían invitado.

-Muchísimas -me dijo -llevo la cámara siempre conmigo.

Movió su móvil y me enseñó una gran mesa que estaba en su habitación, donde tenía algunas de sus cosas; entre ellas vi la cámara y el álbum que le había regalado. Sonreí, al mismo tiempo que volvía a recolocar el móvil para que pudiera volver a verla a ella.

-Qué ganas de verlas -le dije -y de verte a ti.

Vane asintió, sonriéndome ahora ella esta vez.

-¿Estás bien? -me preguntó, tras unos segundos de silencio.

Era, por lo menos, la quinta vez que me lo cuestionaba desde que habíamos empezado a hablar. Pero ella había notado que aquel día estaba especialmente apagada.

-Sí, de verdad, Vane -dije, recolocándome en el sofá -sólo ha sido un día largo.

Vane me miró, sin creerme del todo.

-Es que estoy un poco preocupada por ti -admitió.

-Está todo bien, amor -insistí -ya queda menos.

Conseguí que cambiáramos de tema, y como consecuencia, que me empezara a encontrar algo mejor.

Tenía especial necesidad de ella; aquellos ratos de charla eran un buen antídoto a la cruda situación, pero sabía que para ambas no era suficiente. Se me venía el mundo abajo cuando echaba cuentas de cuanto tiempo nos quedaba así, pero en seguida me autoconvencía de que aquello era algo pasajero y que volveríamos a estar tan bien como siempre. Juntas. Los mimos a distancia de Vane me ayudaban también a sobrellevarlo mejor.

-¿Mañana te bajas a Elche entonces? -me preguntó.

-Sí, ahora en cuanto te vayas compraré el billete -le conté -he quedado para desayunar con Patri antes de irme, que no nos vemos desde hace días.

Estuvimos un cuarto de hora más hablando, pero en seguida se tuvo que ir a preparar para irse al evento.

-Te quiero mucho -me dijo -duerme bien, y si necesitas cualquier cosa ya sabes que puedes llamarme, sea la hora que sea.

Sentí mi corazón latir con fuerza, debido a lo bonito que me estaba diciendo.

-Yo también te quiero mucho -le contesté -disfruta en tu fiesta, cariño. Hablamos mañana.

Nos despedimos, mandándonos mil besos, y colgamos. Yo alcancé mi portátil y compré un billete de tren a mi casa para el día siguiente, a las dos y media de la tarde. Cuando lo tuve, caminé hasta el dormitorio; me desnudé, me desmaquillé y me metí en la cama. Mi móvil vibró sobre la mesilla.

«De verde, para ti»

Sonreí sólo leyendo el mensaje. Vanesa me mandaba una foto de ropa que había escogido para el lugar al que iba esta noche; ella sabía que el verde me encantaba, y siempre que se ponía algo de ese color, me decía que lo hacía para mí. Me derretía con esos gestos.

Nadie más que túWhere stories live. Discover now