Capítulo 6

2.1K 95 30
                                    

NARRA VANESA

A las tres de la madrugada seguíamos en el sofá, igual de pegadas que hacía horas. Tras cenar y bromear un rato, nos habíamos besado; ella me había dicho que le apetecía así hacerlo y yo, feliz, había juntado nuestros labios, saciando las ganas.

No iba a negar la fuerte atracción que sentía por Mónica; era preciosa y me gustaba mucho compartir rato con ella. Me confesó, además, que nunca había tenido nada más que algún beso con chicas, lo cual sumó todavía más ternura al momento, donde sus sonrojos sólo hicieron que yo la viera más y más guapa.

A lo largo de la noche nos regalamos algún beso más, además de múltiples caricias. Después de haber fantaseado los últimos días con hacerlo, ahora todo había cobrado un poquito más de sentido, tras probarnos.

La ayudé a recoger la mesa antes de irme, dejándolo todo tal y como lo encontramos al llegar, hacía ya unas cuantas horas.

-¿Me mandas un mensaje cuando llegues a casa? -me pidió mientras me acompañaba a la puerta.

-Sí, claro -asentí -hablamos mañana para volver a vernos, si quieres.

-Sí, quiero -rió, tímida.

Le sonreí, y antes de salir al descansillo, volví a darle otro beso más. Me correspondió feliz, poniéndose de puntillas debido a que ella seguía descalza y yo ya llevaba mis zapatos puestos, y rodeando mi cuello con su brazo derecho.

-Descansa -susurré todavía con nuestros labios pegados -mañana nos vemos.

Me regaló una preciosa sonrisa, asintiendo.

-Buenas noches, Vane.

Baje a la calle, donde había aparcado mi coche, y me subí a él en dirección a mi casa. Creo, con certeza, que no borré la sonrisa de mi cara en todo el trayecto; me hubiera quedado dándole cariño toda la
noche, pero tenía muchas ganas de no correr y de no estropear las cosas antes de tiempo. La verdad, no sabía muy bien hacia donde íbamos, pero yo estaba disfrutando mucho, y sabía que ella también. Lo demás, daba igual.

Llegué a casa y lo primero que hice fue hacérselo saber.

«Ya estoy en casa. He disfrutado mucho contigo esta noche. Gracias por la cena y por los besos»

Su respuesta no se hizo de rogar.

«Gracias a ti. Estoy feliz. Ya tengo ganas de volver a verte»

Las mariposas comenzaron a revolotear por mi cuerpo, sin permiso.

«Y yo de volver a verte a ti. Mañana, sin falta»

Me volvió a desear las buenas noches, y yo me metí bajo mi edredón sintiéndome mejor de lo que me había sentido en semanas.

El día siguiente fue tranquilo. Por la mañana fui al estudio, a grabar un par de voces para un tema benéfico del que estaba formado parte, y que saldría en los próximos días. Entre unas cosas y otras me entretuve con letras y guitarras y, cuando me quise dar cuenta, era la hora de comer. Ana vino a por mí puntual, como el día anterior habíamos quedado.

-Hola -me subí al coche y besé su moflete, mientras estiraba mi brazo para abrocharme el cinturón de seguridad.

-Hola -respondió sin dejar de mirarme -¿y ese buen humor?

La imagen de Mónica volvió a mi mente, como había hecho ya unas cuantas veces a lo largo de la mañana.

-No sé -mentí -hace buen día y la canción ha quedado muy bien.

-¿Y ya?

Me quedé en silencio. Evidentemente había una cosa más. Ana me miró rápidamente, sabiendo de sobra que estaba debatiéndome entre sí pronunciarlo en voz alta o no. Pensándolo bien, era Anita.

Nadie más que túWhere stories live. Discover now