Capítulo 3

1.7K 89 19
                                    

NARRA MÓNICA

Aquella semana pasó lenta. Me fui a Elche una noche, y a mi vuelta, quedé con Patri y Bea para comer. Hacía días que no hablaba con ellas, ni siquiera del tema favorito de Patri, que además, tenía muchas novedades.

Patri vino a buscarme a la estación, para ir directamente al restaurante al cual Bea ya estaba llegando también, según nos había contado por una llamada que nos acababa de hacer.

-Te voy a contar una cosa -le dije tras saludarnos con mucho cariño, mientras me abrochaba el cinturón.

-Mónica, dime que es lo que estoy pensando, por favor -me respondió poniéndose nerviosa y dando golpecitos en el volante. Me hizo reír.

-Es lo que estás pensando.

-¡Joder!

La mandé callar, sin poder evitar volver a reír.

-Cuéntamelo, por favor -me rogó.

Pasé a contarle la conversación que habíamos tenido hacía unos días por mensajes Vanesa y yo, dejándome para el final lo más fuerte.

-¿Y ya?

-No -respondí -hay una cosita más.

-¿Qué cosita más?

-Me ha invitado el viernes a su concierto de Madrid.

-¡¿Qué?!

Del susto que se llevó mi amiga, casi se sale de su carril. La reñí una vez más, obligándola a coger el volante con sus dos manos y aguantándome, de nuevo, la risa.

-Mónica, me están sudando las manos.

Solté una carcajada.

-¿Qué le has dicho? ¿No le habrás dicho que no, no?

Guardé silencio, dándole más emoción al asunto. Pero mi amiga me dio un manotazo en el muslo izquierdo.

-Le he dicho que sí -confesé -iré a verla.

La mano de Patri tapó su boca, que se abrió de par en par ante mi respuesta.

-¿Qué significa todo esto? ¿Qué sientes?

-Patri, no siento nada -negué -¿qué voy a sentir?

Puso el intermitente y se metió en un parking, al lado de donde habíamos quedado con nuestra amiga.

-No lo sé -me respondió -¿atracción?

Me quedé callada unos segundos.

-No -respondí finalmente -me ha caído bien, y he aceptado el plan que me ha propuesto. No hay nada más.

Patri se dio por satisfecha, guardando silencio y maniobrando para meter el coche en uno de los pocos huecos libres que había en aquel parking. Cuando estuvo listo, salimos al exterior de nuevo.

-Qué sepas que me ha dicho que si te apetecía, vinieras conmigo -le dije -pero ya le conté que no estabas en Madrid.

-¿Qué? ¿En serio? -se le iluminó la cara -¿te ha hablado de mí?

Reí ante la ilusión desbordante de mi amiga.

-Sí, cariño -respondí -¿estás contenta?

-Mucho -confesó -al final la que se enamora soy yo.

Le di un golpe en su brazo, haciéndonos reír a ambas.

En seguida llegamos al restaurante y nos juntamos con Bea, pasando a tener así una de nuestras habituales comidas con largas sobremesas y buenas conversaciones.

Nadie más que túWhere stories live. Discover now