Capítulo 1

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NARRA MÓNICA

-¿Tienes las entradas, no? -me preguntó mi amiga Patri muy apresurada, por cuarta vez en los últimos minutos. No íbamos nada bien de tiempo.

-Qué sí, plasta -le respondí cogiendo mi bolso y mirándome al espejo del hotel una vez más, antes de salir.

Hacía apenas una hora que había terminado una larga firma de libros en Málaga; llevábamos un par de semanas haciendo una pequeñita gira para conocer a muchos de los lectores de mis libros, en especial, del último que había salido hacía apenas un mes. Era algo que me encantaba hacer, porque sentía de cerca a la gente y me contaban cosas que me gustaba mucho escuchar. A las firmas, que eran por diferentes ciudades de España, me acompañaba siempre mi editora, además de, cuando podía, mi amiga Patri. Ella disfrutaba viniendo conmigo y yo disfrutaba teniéndola cerca.

Aquel día habíamos firmado mucho más rato del habitual, cosa que no nos había venido especialmente bien porque habíamos organizado para aquella noche un plan de última hora.

-Está el Uber abajo -me dijo mi amiga mirando su móvil, mientras cogía también su bolso sobre la cama del hotel.

Asentí y salimos por la puerta, cogiendo el ascensor y bajando a la planta baja del edificio.

-Estoy nerviosa -susurró Patri, mirándome a los ojos a través de reflejo del espejo.

Me hizo reír. Íbamos a un concierto de Vanesa Martín, de la cual mi amiga era especial fan. Patri escuchaba mucho su música, y me había recomendado por todos los medios que leyera su libro de poemas, también recién salido, y, sinceramente, lo cual no había hecho todavía. Sabía que probablemente sería bueno, porque hacía buenas canciones, pero la verdad no había sacado el momento para hacerlo.

-No voy a aguantar ni un grito -la amenacé -si te pones en plan fan histérica me voy y te dejo ahí plantada.

Mi amiga me imitó, riendo conmigo. Ir a aquel concierto no era mi plan ideal tras tres horas firmando libros, pero la ilusión que le hacía a mi amiga que fuera con ella era superior al dolor de mano.

En apenas veinte minutos el coche nos dejó en el recinto donde se celebraba el evento. Mi editora, que conocía a Vanesa, me había hecho llegar unas entradas hacía un par de días, ya que estaba todo el auditorio completamente agotado y era imposible comprarlas. Se lo agradecí por todos los medios, y Patri, todavía más.

Entramos, nos acompañaron a nuestros asientos y nos acomodamos esperando a que empezara el concierto. Desde nuestros sitios se veía el escenario muy bien, y Patri estaba especial emocionada con el tema.

-Te va a encantar -me dijo -es guapísima.

-¿Pero hemos venido por su música o por qué es guapísima?

-Por las dos cosas.

Negué con la cabeza, riendo ante los nervios de mi amiga a apenas minutos de que Vanesa saliera.

Muy puntual, las luces se apagaron y, tras una intro y la salida de sus músicos, apareció Vanesa en el escenario. Mi amiga pegó un saltito de emoción en su butaca y yo volví a reír, pasando a escuchar lo que aquella mujer nos cantaba.

-¿Es guapa o no es guapa? -oí en mi oído en un momento de paréntesis, mientras sus músicos seguían tocando y Vanesa se retiró unos segundos del escenario.

-Claro que es guapa -asentí.

Mi amiga sonrió triunfante y yo saqué mi móvil unos segundos del bolso.

«Cuando acabéis si enseñáis las entradas os dejan pasar al camerino. Por si queréis saludar a Vane después del concierto»

Tenía ese mensaje de mi editora, de hacía algunos minutos. Reí para mis adentros, porque sabía perfectamente que la mujer que tenía a mi derecha iba a rogarme de rodillas ir a conocer a la cantante.

Nadie más que túDove le storie prendono vita. Scoprilo ora