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Por la puerta trasera de la Mansión Malfoy salen Perseus Parkinson y la zorra de Pansy cogidos del brazo. La chica lleva un vestido blanco horroroso, y por eso mismo no voy a entrar en detalles. Además, la cara la lleva llena de hematomas y arañazos que ha intenado ocultar, pero que no ha servido para nada porque ahora incluso se ven peor y la hacen más fea de lo que ya es. Os felitico, chicas. El padre lleva un traje negro con una pajarita de color azul. No pega nada, pero...

Empiezan a caminar mientras la música suena. Me gustaría que Pansy tropezara y se rompiera todos los dientes. Así, en plan El Cuñao. Tal vez de esa manera Draco se decidiera a no casarse.

Pero, ¿por qué se casa?

Él muchas veces me ha dicho que me quiere. Y más de una vez me ha demostrado que odia a Pansy. Además, la odia mucho. ¿Por qué? ¿Por qué se casa con ella ahora? ¿Se divierte viéndome sufrir? Yo es que no entiendo cómo los chicos pueden hacer sufrir a las chicas de esta manera, de verdad.

Hay algunos, como George, que son muy dulces y prefieren evitar los líos. Pero hay otros, como Draco, que son unos completos gilipollas y no pueden hacer dos cosas a la vez: o amar o divertirse.

¿Y por qué se tiene que divertir a mi costa? ¿Qué le he hecho yo?

Y esa es otra: ¿qué le he hecho yo a la guarra de Pansy para que me odie tanto? Sé que ha amenazado a Draco y por eso quiero matarla. Pero es que Draco no dice nada y además se va a casar con ella. Si me quisiera de verdad no se casaría. Mandaría todo a la mierda y nos fugaríamos juntos.

Pues qué bien que eso solo suceda en las películas. Viva mi sarcasmo...

Agarro la mano de Cormac con fuerza mientras veo cómo Pansy se sube al altar y Draco le dedica una sonrisa impecable. Perseus se coloca a un lado y el cura empieza a hablar. Merlín... Ayúdame...

— Estamos aquí reunidos para unir en sagrado matrimonio a Draco Lucius Malfoy y a Pansy Parkinson. Porque el matrimonio es una de las cosas más bellas...

Y dejo de escuchar. Mis oídos se entaponan, mis ojos se llenan de lágrimas y mi boca se cierra para contener un grito amargo.

Como Cormac sabe que es duro para mí, me abraza y me besa la coronilla. Me aferro a su traje y lloro como una niña pequeña a la que le han robado una Barbie.

El cura sigue hablando por largo rato y yo sigo sin escuchar. Quiero desaparecer de aquí, pero una pequeña parte que tiene mucha fuerza sobre mí me retiene para saber qué pasará. Para saber si, aunque fuera broma lo que dijeron los chicos, la planta o no.

Me alegraría mucho si dice que no, porque lo amo, y no puedo estar sin él. Y me destrozaría cada trozo de mi alma si dice que sí. Sería como si me cayera un piano encima, como en el anuncio ese muggle.

Es que parece que yo no le importe una mierda. Sí, tal vez no lleváramos un año y pico saliendo como llevan él y Pansy, pero, joder: lo nuestro fue más intenso.

Y, entonces, el cura llega a la parte más temida por parte de los padres, que están emocionados con la boda:

— Si alguien tiene algo que decir, que hable ahora o calle para siempre.

Y, para mi mala suerte, todo el mundo se calla. Me quedo mirándolos a todos y reparo en esa mirada de ojos grises. Me aparto las lágrimas de los ojos y veo que su rostro no expresa ninguna tristeza.

— ¡Yo sí que tengo algo que decir! —me llevo una sorpresa al escuchar a Silvia.

Ladeo mi cabeza y ahí me la encuentro, de pie y con cara de pocos amigos.

— ¿Qué quieres? —pregunta Pansy con cara de irritación. Mira, como lo que me provoca ella en el culo cada vez que la veo.

— ¡Eres una zorra! —exclama Maddie, levantándose de su silla y haciendo que más de uno que hay en el público se escandalice.

Me llevo las manos a la boca para no reírme a carcajadas.

— ¡Cállate, Malfoy! —la espeta Draco.

— ¿En serio te vas a casar con ella, primo? —pregunta Maddie—. ¿No ves que no te ama?

— ¡Maddeline! —exclama Narcisa, enfadada—. Siéntate o me veré obligada a que te echen.

Maddie bufa y se sienta. Cruza los brazos y mira a Draco con cara de "no sabes lo que estás haciendo".

— ¡No sabes lo que estás haciendo, Draco! ¡Te arrepentirás! Esa cara de cerdo... Madre mía—chilla Silvia, y se sienta.

Draco aprieta los puños y me mira una última vez antes de girarse hacia el cura.

— Bien, sigamos. Los anillos, por favor.

Narcisa y Perseus se acercan a los chicos y sacan los anillos de a saber dónde, no quiero ni mirar.

— Empezaremos por ti, pequeña —dice el cura, y me entran ganas de vomitar. Miro a Silvia y a Maddie y las veo con cara de enfermas, y Marina está llorando y me acaricia el brazo para consolarme. No me gusta que llore porque le doy pena, pero aun así lo agradezco—. Pansy Parkinson, ¿aceptas a Draco Lucius Malfoy como tu legítimo esposo en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza hasta que la muerte os separe?

Pansy responde casi al instante.

— Sí, quiero —dice, y añade una sonrisa.

Ahora es el turno de Draco y, a cada segundo que pasa, me pongo más tensa y nerviosa.

— Draco Lucius Malfoy —dice el cura, y el corazón se me para. Miro fijamente al rubio y cruzo los dedos—, ¿aceptas a Pansy Parkinson como tu legítima esposa en la salud y la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza hasta que la muerte os separe?

Hay un breve silencio que se me hace muy tenso. Por un momento, creo que Draco se gira a verme. Pero no, no creo que sea verdad. Seguramente me lo habré imaginado por el deseo que siento hacia él. Aprieto tanto la mano de Cormac que hasta se queja. Entonces la suelto y, mientras Draco habla, siento mi mundo caer sobre mí:

— Sí, quiero.

ENTRE MUGGLESWhere stories live. Discover now