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— ¡Eso es increíble! —exclamo lanzándome encima de ella para abrazarla. Poco después, me separo y la miro con una sonrisa bastante amplia—. Y, ¿dónde está esa tienda?

— ¡Aquí, en Hogsmeade! —exclama entusiasmada.

Al instante me acuerdo que aquí en Hogsmeade está la tienda de George y Fred.

— George no te quiere perder de vista, ¿cierto?

Ella se ríe.

— Mañana empezamos con la decoración. Los gemelos van a cerrar SW por un día para poder ayudarme.

Sonrío. No me lo puedo creer.

— ¡Esos gemelos me encantan!

— Y pasado mañana —continúa mi prima—, quisiera que me ayudaras a buscar a gente para mi tienda. Quiero hacer una habitación que sea exclusivamente para diseñar, así que necesito un diseñador. Después otra habitación para crear, así que necesito una modista. Y finalmente el recibidor, donde estaré yo con la ropa expuesta, en los escaparates y en las perchas.

Abro la boca, sorprendida.

— Vaya, Julia, veo que ya lo tienes planeado.

— Prima, aprende a organizar o te va a ir muy mal en la vida.

— Gracias —gruño—. Pero no hace falta que me lo recuerdes —y pongo los ojos en blanco.

Preparamos la cena entre mi hermano y yo. Julia está arriba, cambiándose de nuevo, porque ha quedado con George para ir a un restaurante muggle.

He de admitir que yo quiero un chico como George. Sin problemas ni Pansys por el medio, ni bodas obligadas ni mierdas de más. Yo quiero poder disfrutar de una relación como lo hace Julia con su pelirrojo, porque sé que eso avanza, que se quieren y van a estar juntos mucho tiempo, si ninguna Pansy se interpone, claro.

Y hablando del amor... ¿Dónde se habrá metido Cormac? Desde el día ese en que vino Draco para invitarme a su boda no ha vuelto a hablarme.

Y la verdad es que lo necesito.

Aunque no lo quiera como a Draco, es un chico capaz de hacerme sentir mejor con una sola caricia.

Así que saco mi varita y, con mi patronus (todavía un hurón para mi mala suerte) le envío un mensaje que dice «Soy Dana, ven a verme».

Espero que lo reciba pronto y así me río con él esta noche, pues mi prima me ha dado envidia pero a la vez me ha recordado que estoy sola.

Mientras yo pienso lo desastre que es mi vida, Ed prepara la mesa. Me sorprende que todavía no me haya venido con una explosión de preguntas sobre por qué soy bruja, qué hacemos aquí, que si no estará loco...

Y para mí que es mejor así.

Odio las preguntas...

Cuando acabamos de cenar, alguien se aparece en mi casa. No me hace falta darme la vuelta porque sé quién es.

Y cuando me giro, ahí lo tengo, sonriéndome como él solo sabe, dándome cariño con una sola mirada.

Corro hasta él y lo abrazo.

Echaba de menos esto...

ENTRE MUGGLESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora