†17†

5.4K 474 127
                                    

Llevo demasiado tiempo aquí como para saber que las cosas están cambiando. No van como en el libro.

Draco no está pasando tiempo en la Sala de los Menesteres, como debería. Él está por ahí liándose con Pansy. Tampoco llora junto a Myrtle. Y Harry, él ya no pasa tanto tiempo con su libro, el libro de Snape.

Esto no debería estar pasando. Las cosas no deberían cambiar solo porque yo esté aquí.

Tengo que hacer algo, pero ¿el qué?

Lanzo un suspiro al aire y salgo de la sala común de Slytherin para ir a la clase de Herbología. No tengo ganas de aguantar nada relacionado con plantas, pero no me queda otro remedio.

Es la hora de comer, así que me dirijo al gran comedor y allí me encuentro a Draco, que se levanta nada más verme. Se dirige hacia mí y me coge un brazo, me saca del gran comedor y me dice, en apenas un susurro:

— Eres una mentirosa.

Abro los ojos tanto como puedo.

— ¿Qué...?

— No eres una sangre sucia, creo —dice, y me suelta el brazo.

Espera. ¿No lo soy?

— ¿Cómo que no soy una...?

— ¡Me has mentido para que me separe de ti! —exclama, fuera de sí.

— Pero... No entiendo nada.

— Les he hablado a mis padres de ti.

Parpadeo varias veces.

— ¿De mí? ¿Por qué?

— Para saber si era cierto.

— ¿Y qué soy?

— No me lo han especificado, pero me han dicho que no eres una sangre sucia.

— Y ahora, supongo, sí querrás estar conmigo, ¿no? —y lo miro con los ojos entrecerrados.

— Ni en broma —escupe él—. Para mí sigues siendo una sangre sucia hasta que se demuestre lo contrario.

Y se da la vuelta. Justo cuando está a punto de entrar, exclamo:

— ¡Draco, espera!

Él se gira y me mira.

— ¿Qué quieres, sangre sucia? Mi tiempo vale oro y está claro que contigo lo malgasto.

Me quedo mirándolo, sin poder creer lo que acaba de decir. Aprieto los puños y noto que mis ojos quieren llorar, pero lo impido.

— Simplemente ten cuidado, Malfoy —sé que ya lo puedo decir libremente, puesto que soy una "sangre sucia"—. Le estás quitando atención a tu misión.

Él me mira fijamente, va a decir algo, pero cierra la boca y vuelve a comer.

Bueno, pues aquí se acabó la historia entre Draco y yo...

Termino de comer y antes de levantarme, Alex me mira, como preguntándome si estoy bien. Asiento levemente y me marcho a la siguiente clase. Pociones se hace interesante con el profesor Slughorn, pero no tan interesante como parece con Snape.

Slughorn nos da un discurso sobre pociones y demás, nos dice los pros y los contras de ellas y nos dice lo que vamos a aprender hoy.

Yo, simplemente, no atiendo.

Salgo de Pociones y me enfrento a las siguientes clases.

Después de lo que me parece una interminable tarde, decido subir al séptimo piso para comprobar que Crabbe y Goyle vigilan la entrada de la Sala de los Menesteres, porque eso querrá decir que Draco está dentro.

Subo y me encuentro a dos chicas vigilando el pasillo. Genial, Draco está dentro.

Me doy la vuelta dispuesta a bajar, y me choco contra alguien.

— ¡Mira por donde vas, capullo! —exclama esa voz que tanto odio.

— Lo siento —me disculpo, pues la culpa ha sido mía.

Él levanta la mirada y al verme, pone una mueca de asco.

Eso me hace sentir una punzada en el corazón. Tal vez sea un idiota, pero en tiempos anteriores me ha llegado a gustar.

Me evita al subir el escalón que nos separa y yo bajo corriendo la escalera, pues estoy llorando y no quiero que me vea.

Al bajar, no sé dónde me encuentro, pero en la esquina veo a Lee. Corro hacia él y lo abrazo fuertemente mientras lloro sin parar.

— ¿Estás mejor? —me pregunta Lee después de unos minutos.

Me aparto de él y asiento.

— Gracias.

— ¡Oye! —replica él, con una sonrisa—. ¡Los amigos estamos para apoyar a los demás incondicionalmente!

Sonrío y le vuelvo a abrazar.

Hoy me apetece ver a Dumbledore, pues eso que me ha contado Draco me ha dejado en dudas.

¡Corazón de melón!

La gárgola se hace a un lado y subo las escaleras. Cuando estoy ya arriba, toco a la puerta y Dumbledore me hace pasar.

Me siento donde siempre y él se me queda mirando hasta que suelto lo que me pasa por la cabeza:

— ¿Qué soy?

Él frunce el ceño.

— La Llave de los Dos Mundos —responde con toda tranquilidad.

Niego con la cabeza.

— ¿Soy sangre sucia o limpia?

— ¿De verdad se lo pregunta? —Dumbledore parece sorprendido—. Es muy difícil de responder a eso, y cuando tengas la suficiente madurez, te responderé con mucho gusto.

Parpadeo varias veces y pongo las cejas en arcos.

— ¿Suficiente madurez? ¡Oh, vamos! —replico—. ¿Por qué no me lo puede decir ahora?

Él se encoge de hombros.

— Se lo puedo decir, claro, pero le resultará difícil, repito.

— Por favor —suplico.

Dumbledore coge aire.

— Verá, es adoptada. Usted nació aquí, en este mundo. Su abuela se enamoró de... un hombre muy poderoso. Y tuvo un hijo, su verdadero padre (un mago). Él se enamoró de una joven muchacha (una bruja) y le tuvieron a usted. Pero eran demasiado jóvenes y su abuela decidió mandarla al otro mundo, sin magia. Esos padres que te adoptaron estaban preparados y decidieron adoptar el apellido de su abuela, porque ella sabía que usted volvería a mí y se presentaría con su apellido, así la reconocería (como fue lo que pasó).

Recapacito toda esa información como puedo. Y hay una pregunta que me ataca.

— Dumbledore, ¿quién es mi abuelo?

Dumbledore se inclina sobre la mesa y añade en un susurro:

— Voldemort.

ENTRE MUGGLESWhere stories live. Discover now