Locura

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—¿Lo ves? No somos tan diferentes, Darek. 

—Me dejaste sin palabras con esa confesión. Verdaderamente no lo esperaba. 

—Cumplir con nuestros “deberes” conlleva una gran responsabilidad. Solo los fuertes prevalecen. Tenemos que ser conscientes de que todo puede cambiar en una fracción de segundos. Un simple descuido y pierdes la vida. No puedes confiar en nadie, ni en tu propia sombra. Las mujeres no la tenemos para nada fácil allí. Somos constantemente acosadas y menospreciadas. Son una bola de machistas y pervertidos. Piensan que por ellos ser más y nosotras somos menos, tienen el derecho de convertirnos en sus putas. Esa no era la vida que quería darle a mi hija.  

—Me arriesgaré a preguntar esto. ¿Fue allí donde saliste embarazada? O sea, no fue que tuviste un pase y… 

—Sí, fue allí.  

—¿El padre de Amanda sabe que existe?

—No sé quién es el padre, tampoco me interesa saberlo. 

—Perdóname por preguntarte eso. 

—Fue un grupo de paramilitares quienes nos invadieron esa noche.

—¿Qué? 

—Éramos solo dos mujeres activas en la base. Recuerdo que esa noche había mucho silencio y poco movimiento de soldados. Nos invadieron silenciosamente cuando estábamos escasos de recursos y la segunda tropa se había marchado a cumplir con una misión, en la cual si hubiera insistido con el Mayor, habría abandonado la base esa trágica noche. 

Puedo imaginar por dónde va la cosa, puedo ver en sus ojos que le afecta hablar sobre esto. 

—Si no te sientes cómoda hablando al respecto lo entenderé. 

—Has sido bastante honesto conmigo desde el primer día. Me has contado mucho sobre ti, pero jamás te he hablado de mí. Eres el único hombre que, aunque ha tenido oportunidades de sobra para aprovecharse de mí, no lo ha hecho. No suelo hacer amistades, pues desde que deserte, no he tenido un lugar estable al que pueda considerar un hogar. Vivo constantemente huyendo por miedo a que me encuentren y mi hija caiga en manos de quién sabe quién — aunque su tono era firme, y su semblante quiso mantenerlo calmado, una ligera lágrima se deslizó por su mejilla. 

He visto a muchas mujeres llorar y el placer que me genera es algo descomunal, ya sea porque lo provoque o simplemente porque sucede, pero en esta ocasión, no sabía cómo sentirme. Era una sensación muy rara, bastante confusa e incómoda. 

No sé qué demonios me pasó tan de repente, solamente sé que ahí me encontraba, a centímetros de su boca, acariciando su mejilla para eliminar todo rastro de esa lágrima que me negaba a seguir viendo por el mal que me provocaba. No puedo creer que esté de puntillas haciendo esto. 

—Entonces no sigan huyendo más y quédense aquí, conmigo y con Valery. 

Sus ojos se abrieron de la sorpresa.

—¿Qué dices? ¿Estás loco? 

—¿Te cuento un secreto? Sí, definitivamente me tienes actuando como un loco desde el primer puto instante que te vi. Desde ese día que vi estos ojitos, esta deliciosa boquita— acaricié sus labios con mi pulgar—, y este sabroso cuerpecito— encajé mi otra mano en su cintura—. Sabes cómo volverme loco sin siquiera tocarme. Esto es una completa locura. 

Preludio I [✓]Where stories live. Discover now