Dolor

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Cabalgué sobre ese potro que hasta hace unos instantes parecía indomable, pero ahora se había dejado llevar. Mantuve mi espalda recta alcanzando el mismísimo paraíso en la tierra, mientras movía mi cintura, como si de una coreografía de baile se tratase; cada paso y movimiento era preciso, alternando el ritmo entre ir despacio y rápido. Me sentía llena y, sobre todo, dichosa de poder bailar de esta manera sobre él. 

Sus manos no se quedaban quietas, tiraba de mi cintura para tocar fondo. Todavía me cuesta creer que está aquí, tomándome de nuevo intensamente. 

—¿Así que me has sido fiel hasta ahora? ¿Has estado esperando por mí? 

Su pregunta me ruborizó. 

—Nadie puede igualarte — dije entre fatiga. 

Tumbó mi cuerpo a un lado de la cama, tomando esta vez el control sobre la situación. No podía reaccionar a la misma velocidad que él, pues aún me costaba procesar ese movimiento tan eficaz y repentino. Es muy ágil hasta para esto. 

—Dilo de nuevo. 

Me convertí en su carretilla, tiraba de mis brazos con toda la mala intención del mundo. En ese lapso de tiempo, mientras volvía a acostumbrarme a su tamaño, juro que veía estrellas. No podía articular palabra alguna, no mientras me tuviera así. 

—Te he ordenado que lo digas de nuevo— cada palabra era en un empujón.

Tensé la mandíbula por su excavación en ese recóndito y perfecto lugar. 

—¡Mierda, no es suficiente! —  dijo, antes de desconectarse de mí. 

—¿Qué no es suficiente? ¿No estás satisfecho conmigo? — logré articular con dificultad debido a mi agitación. 

Me puse boca arriba para ver su reacción. Se veía pensativo, mirando alrededor de la habitación. ¿Qué busca? 

De repente y, sin encomendarse a nadie, tomó el cuchillo de la cama y con la base rompió una de las puertas corredizas que da para el patio trasero. El estruendo tuvo que haber despertado y preocupado a los vecinos. Los pedazos regados por la habitación me hicieron cuestionarme si realmente estaba bien. ¿Qué le ha pasado tan de repente? 

—¿Qué haces? ¿No era más fácil abrirla? 

Arrojó el cuchillo de vuelta a la cama y me agarró la muñeca haciéndome levantar de golpe. No me soltaba, estaba ido en lo que sea que hubiera estado pensando. 

Los vidrios me cortaron cuando me obligó a caminar sobre ellos, pues estaba descalza. Me dolió mucho y, aunque me quejé, él solo me empujó contra la otra puerta, arrancando el resto de la cortina y tirándola abajo. 

Empujó mi cabeza contra el frío cristal de la puerta corrediza, obligándome a curvar la espalda y que apoyara mis manos al cristal. 

—¡Espera, los vecinos nos van a ver!

—Esa es la idea. Vamos a entretenerlos. 

Retomó su intensa excavación enredando mi cabello en su mano y dándome nalgadas tan fuertes que me sacaban escandalosos gemidos. 

Mis pies dolían. No podía mantenerlos completamente en el suelo, porque más me los enterraba. La luz del patio del vecino estaba encendida, no sé si fue por el ruido, pero no podía concentrarme en ellos, solamente en su salvajismo y los espasmos que provocaba. 

Mis pechos se frotaban en el cristal cada vez que me empujaba contra el, ocasionando que se mantuvieran sensibles. 

¿Cómo puedo estar disfrutando de esto, si duele tanto? ¿Qué sucede conmigo? 

La adrenalina de que podíamos ser vistos o escuchados, más el dolor que infringe en mi cuerpo sin contemplaciones, son una de las tantas cosas que me calientan y me estremecen. 

Mis pies y trasero dejaron de doler, más bien, llegó un momento en que se acostumbraron al dolor. 

Todo fue escalando, volviéndose más intenso y retorcido. Ya no eran solo mis pies los que dolían a causa de los vidrios, ahora era mi espalda y rodillas, pues nos tumbamos en el suelo a seguir descargando este revuelo de sensaciones y emociones. Él también sangraba de las heridas que se hizo en las manos y rodillas por los vidrios, pero le restaba importancia. 

Ahí tendida en el suelo, acercó la planta de mi pie y la besó, dejando por último una leve lamida que provocó ardor. Realmente se veía muy entregado y excitado con todo esto, así que yo me sentía satisfecha. 

Preludio I [✓]Where stories live. Discover now