Preludio I [✓]

Mentiras

—No te preocupes. Puedo hacerlo sola.

—Muy bien. Estaré ahí fuera por si necesitas algo— con una amable sonrisa abandonó la habitación.

Pude respirar con normalidad. Mi corazón martillaba desenfrenadamente debido a su acercamiento. Necesitaba unos minutos a solas para reponerme completamente.

Cuando estuve lista, me topé con él frente a la puerta. Había esperado pacientemente por mí.

—Ya es hora de irme a casa. Muchas gracias por el detalle. Espero poder vestirlo esa noche. Para mí sería un honor y un inmenso gusto.

—Verla vestida con ese traje que confeccioné para mí sería una dicha, pero sobre todo, un inmenso placer.

Su comentario, con toda la razón del mundo, me ruborizó. Esa franqueza y mirada emociona a cualquiera. Tiene la costumbre de acariciar su labio inferior con el dedo pulgar.

—Permíteme acompañarte a casa.

—No, no te preocupes. Mi esposo debe estar en casa a esta hora, pero gracias por el ofrecimiento.

—Entonces envíame un mensaje para saber que llegaste bien — sacó su teléfono del bolsillo y, sin esperar siquiera mi respuesta, se mantuvo atento para que le dictara el mío.

Tan pronto lo anotó, mi teléfono salió sonando con su número reflejado en la pantalla. No creo que sean ideas mías. Este hombre me está coqueteando, y lo peor de todo es que no me desagrada en lo absoluto. De haber sido cualquier otra persona, ya le hubiera dicho hasta del mal que se iba a morir.

—Perfecto. Nos veremos mañana en el set.

Se despidió de mí en la entrada de su casa. Podía verlo por el retrovisor mientras mi auto estaba en marcha.

Estoy casada y amo a mi esposo. No puedo estar comportándome como una adolescente, sintiendo este tipo de cosas y arriesgando mi feliz matrimonio por un hombre que mujeres es lo menos que le falta.

Han pasado solo cuatro semanas desde que la comunicación entre Adrien y yo ha sido más frecuente. En el set de grabación y durante los rodajes, tiende a darme unas miradas las cuales difícilmente puedo ignorar.

He estado ocultando los mensajes que me envía fuera de horario. No hablamos nada fuera de lo normal, aun así, siento temor de que mi esposo piense que lo estoy engañando.

Las escenas han ido subiendo de tono, conforme pasa el tiempo. En el libreto han realizado varios cambios, ajenos a los que le había dado el visto bueno.

Sigo sin ver a esa mujer como la verdadera Suzy. No lo sé, siento que entre ellos dos no hay química, especialmente por parte de ella, por lo que no la transmite cuando están frente a las cámara. Más conexión tenía con la actriz que hizo el papel de Noah. Un cambio de esa magnitud a estas alturas es imposible, pues se acerca el final. Además, mi opinión no será tomada en cuenta. Es tan frustrante.

Me encontraba releyendo por milésima vez el nuevo libreto, cuando mi esposo entró a la habitación con una caja mediana y roja.

—¿Y esto, mi amor?

—Es para ti. Tiene tu nombre. Lo han dejado frente a la puerta.

Pensaba que era un regalo como de esos que acostumbraba darme, pero me he equivocado. Se veía muy bonita la caja por fuera, pero por dentro me dejó maravillada, al percatarme del traje rojo que estaba envuelto en el papel negro, junto a una tarjeta negra con bordes y letras doradas.

«Con todo mi aprecio y cariño, de tu mejor admirador». Casi pongo el grito en el cielo. ¡¿Este hombre se ha vuelto loco?! ¿Cómo se atreve a enviarme esto a la casa y con esa nota, a sabiendas de que tengo esposo?

Debía estar más blanca que un papel. Sentí que hasta la presión se me subió.

—¿Qué es, mi reina?

—Es un traje que le encargué al mejor diseñador de la ciudad para el estreno de la película. Como bien sabes, es en unos meses y debo estar presentable. Míralo — tomé el traje, aprovechando su reacción tardía para guardar la nota dentro de mi pantalón.

No me gusta mentir, pero ¿qué debía decir o hacer en esta situación? No quiero que confunda las cosas y ocurra un mal entendido entre los dos. No es como que esté ocurriendo algo entre Adrien y yo, pero con esa nota podría ponerlo en duda.