Interés

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A ella la atendieron antes que a mí, por lo que pensé que no volvería a toparme con ella. Pasé a la oficina con el doctor y no me dijo nada que no me hayan dicho en la sala de emergencia y mi mamá. Evaluó los laboratorios que le hicieron en la sala de emergencias y dijo que todo estaba muy bien. Desde que ella la durmió en sus brazos, no ha despertado. Me pregunto si cuando despierte volverá a llorar de la misma manera. Estaba amarrándola en su asiento, cuando escuché unos pasos detrás de mí. 

—¿Cómo salió todo? 

¿Qué hace ella todavía aquí? ¿Acaso estaba esperando por nosotros? 

—Todo bien. Aunque todo se lo achacan a la pérdida de su mamá. 

—Debe ser tan difícil atravesar todo esto. Me quedé preocupada, por eso me mantuve cerca, pero me alegra saber que, dentro de lo que cabe, todo salió bien. Fue un gusto. Que les vaya bien. 

—Oye, aún no me ha dicho su nombre. 

—Sí es cierto. Mi nombre es Marjorie. Es un gusto. 

—Bien, Marjorie, no lo olvidaré. 

—¿Y el suyo cuál es?

—Me llamo Darek. Es un placer conocerla.

Sonrió amablemente, sin dejar de sujetar su coche. 

—Marjorie es un nombre bonito. 

—Gracias — sonrió nerviosa. 

—Me preguntaba si podía invitarla el sábado a almorzar. 

Lancé el cebo, esperando poder atraparla. 

—¿El sábado? Claro, me parece bien. No conozco a muchas personas de aquí. No estaría mal entablar una amistad. Después de todo, tenemos tanto en común. 

—Totalmente de acuerdo… muchísimo en común… 

Logré sacarle su número, incluso la cité en un restaurante común y corriente, quiero mantener un bajo perfil ahora que me he desprendido de mis padres. 

Y hablando de ellos, cuando llegué a casa, estaban esperando por mí en la sala y conversando con Marce. 

—¿Cómo salió todo? — mi papá se adelantó. 

—¿Qué te dijo el doctor, mi amor? 

—Todo salió bien. No me dijo nada que no me hayas dicho, mamá. 

—Está tranquila. ¿Cómo pudiste calmarla? — preguntó mi papá. 

—Sí, no ha despertado desde que… 

—¿Desde que…?

—Conocí a una muchacha en el consultorio que, al igual que yo, tiene una niña. 

—Vaya, vaya, no ha pasado ni un mes y medio, y ya has vuelto al ataque. Tu carita me dice que no es una simple “muchachita”— alegó mamá. 

—Diría que es un mujerón. No pude resistirme y la invité a almorzar el sábado. 

Ambos se me quedaron viendo sorprendidos, especialmente mi mamá. 

—Mi hijo siempre tan lanzado— agregó mi papá. 

—En esto no intervengas — le advertí a mi papá. 

—¿Tendrás una cita con una mujer? ¿Acaso mi hijo está buscando estabilidad? Ojalá ese sea el caso. No puedes desatender a mi nieta. Ahora bien, ten mucho cuidado, mi amor. Ya no se puede confiar en nadie. 

Preludio I [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora