Despedida

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—Si realmente quieres ser el único y el último, hay una condición para ello— sus manos descendieron desde mi nuca hasta mi pecho y más abajo, hasta situarse en el cierre de mi pantalón y bajarlo. 

Pasé saliva viendo esa expresión tan pervertida que hizo. 

—¿Qué condición?

Lo engulló en sus suaves manos y solo dejé que lo hiciera. Se sentía estupendo que me tocara, es la primera vez que lo hace por su cuenta.

—Quiero que me demuestres que realmente soy esa mujer que prefieres.

—En este momento te bajo la luna si me la pides, siempre y cuando me dejes sentir tus manos más tiempo. 

Sabía que estaba manipulándome, podría ser todo, menos pendejo. Pero estaba en ese trance vulnerable y embobado, donde todo lo que quería era sentirla, así fueran solo sus manos. 

—Si dices que soy tuya, yo también quiero y exijo que seas únicamente mío. No quiero nada de mujeres de por medio. En eso incluyo a esa golfa que trajiste. Quiero a esa vieja fuera de tu vida y de esta casa, solo entonces te dejaré hacerme lo que quieras — lo apretó y me sacó un gruñido—. Ahora te defino “lo que quieras”. Me refiero a todas esas fantasías que tienes, a todo lo que pase por esa sucia y perversa mente. Aceptaré todo lo que tengas y todo lo que me des, sin dar una queja o negarme. 

—Es una oferta bastante tentadora. ¿Cuándo entrará en vigor? 

—Cuando acabes con ella. 

—Espero que esta misma actitud la tengas cuando te toque cumplir con tu parte. 

No puedo esperar a que mañana papá le dé la noticia de que va a viajar mañana mismo con nuestra madre. No tiene idea de cómo aprovecharé este fin de semana a plenitud y su cuerpo va a pagar por todas estas malditas ganas que le guardo. Que se prepare, porque le daré hasta para llevar. 

Me regresé a mi cuarto, lamentándome por haberle dejado pasar esa provocación, pero la advertencia de mi papá me estaba taladrando en la cabeza. Debía salir a tiempo antes de caer en la tentación. Casi pierdo el control de la situación y termino haciéndolo sin protección con ella. Todavía estaba encendido.

Mi destino ahora era más que evidente. Pienso cumplir con su capricho. Todo sea por poseer ese cuerpo que tan bien me supo y me sabrá.  

—Buenas noches, mi reina. Lamento no haberte visitado y atendido antes, pero verás, he estado algo ocupado con mi hermanita. Ya sabes, la edad, las hormonas y la rebeldía. 

Intentó sentarse, pero las cadenas le imposibilitaba realizar tal acción. 

—No, no te levantes. Acostadita te ves más bonita. 

—¿Qué quieres? — cuestionó temblorosa, al borde de quebrarse en llanto.

Sus manos estaban atadas a ambos extremos del respaldo de la cama. Lo único que podía mover eran sus piernas, pero no lo hacía con tal de no revelar que no tenía ropa interior debajo. Es una de las cosas que le pedí a Marce, ella siempre tan complaciente. 

—Realmente pensé que las cosas entre los dos podían funcionar, Inés. Pero luego de tenerte, me di cuenta de que, aunque me atraes tanto físicamente, no somos para nada compatibles. Pero no te preocupes, no dejaré que te vayas vacía. Como despedida, te daré una última probadita y descargare todo lo que tengo retenido.

Preludio I [✓]Where stories live. Discover now