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Seul
Distrito Norte

Los dos cogidos de la mano entraron en el lujoso edificio que era el punto de encuentro con la cúpula, allí los esperaban todos, habían alquilado una habitación lujosa y amplia dónde tratarían el asunto de la desaparición de los Juniors.

Al entrar en aquel lugar a Jungkook le tembló todo, sabía que después de demasiado tiempo se encontraría con gente que apreciaba. Una oleada de recuerdos lo invadió. Su vida pasada apareció ante él.

Yangmi se dió cuenta y apretó su mano, él la miró y con una sonrisa la tranquilizó. Sabía que sufría por haber tenido que abandonar todo de la manera más humillante, entonces se puso triste al recordar las palabras que él le dijo, que por ella, por sus ansias de matar a aquel monstruo que la violó y la maltrató hasta casi morir, lo echaron como a un perro.

Llegaron ante ellos.

—¡Jeon cuánto tiempo! —se levantó Park Jimin para recibirlo. Se abrazaron y todos sonrieron.

Yangmi se sentó al lado de Taehyung, después de saludar a todos tímidamente, éste le hizo una reverencia y le sonrió.

—Estás tan guapa como siempre —se sonrieron.

—¿Cómo está IU? —le preguntó, sabía que seguían juntos, su hermano Jimin se lo había dicho siempre.

—Desde que sabe que Jeon está bien y vivo es completamente feliz, fueron muchos años sin saber de él, pero tu hermano los acercó de nuevo —Yangmi sé sintió feliz por eso, sabía lo que se querían los hermanos.

Ella miró a Jungkook que aún estaba de pie y vio a ese hombre que siempre amó, tan alto, tan imponente, respiró hondo y frotó sus manos nerviosa.

—Te hemos echado de menos —dijo Yoongi.

Él solo asintió y tragó fuerte, fueron muchos años los que había escondido su identidad a ojos de su nueva familia, y ahora estaba ante su otra familia, la mafiosa y eso lo hacía encontrarse de nuevo con sus raíces, pero también se dió cuenta que ya no era lo mismo.

Se sentó al lado de Jimin.

—Jeon hemos descubierto lo que hay en el interior de la llanura, por eso están esos malditos chinos rondando por allí —dijo Hobi de pronto.

—¿Qué es? —Jungkook frunció el ceño.

—El misil, el que escondió mi padre —dijo Jimin con una sonrisa torcida— el muy perro era inteligente, ha estado bajo tierra casi treinta años.

Yangmi los miraba y pudo ver lo que admiraban a Jungkook, cómo lo miraban y se sintió orgullosa de él. Le entraron ganas de llorar y se levantó tan deprisa como su pierna se lo permitió.

—Perdonar pero voy a salir un momento, os dejo para que habléis —Jungkook se levantó y fue en su busca.

La cogió de los hombros para mirarla a los ojos, los vio todo rojos.

—No te vayas, tú puedes estar aquí con nosotros, no pasa nada Yangmi, lo que hablaremos no es nada que no puedas escuchar —se miraron y los demás sonreían al ver que aún se amaban.

Se sentó de nuevo, concretaron cómo iban a llegar al interior de la llanura, había un pasadizo oculto que daba hasta ella. Lo harían al día siguiente.

Después de despedirse de todos montaron de nuevo en el todo terreno negro. No hablaron durante el trayecto, ella vio como Jungkook estaba serio, su mandíbula se tensaba y apretaba las manos en el volante, sabía que lo mejor era dejarlo con sus pensamientos.

Al llegar a la casita donde paraban en el interior de la base de dieron cuenta que no estaba Kendall.

—Gracias por todo Jungkook —dijo ella mirándole a los ojos.

—Ha sido todo tan raro Yangmi, creí que no podría hablar con ellos, que no me aceptarían, que me mirarían como a un perdedor.

—Te aprecian —se acercó a él y lo miró hacia arriba— te apreciamos, porque yo también lo hago, yo te amo, saranghae Jungkook.

Él al verla allí mirándolo de esa forma no pudo remediarlo y puso una mano en su cintura y la atrajo hacia su cuerpo, bajó su rostro para estar cerca de sus labios y la besó. La saboreó despacio, ella se cogió a su cuello y lo besaba también.

Después de un tiempo que se les aceleró el corazón, se volvieron a mirar.

—Quiero que nos amemos despacio, te pido perdón por lo de antes, tú te mereces otra cosa que hacerlo en un coche y de esa forma tan poco caballerosa —le dijo él avergonzado.

—El amor no se predice, el amor se hace dónde sale el sentimiento, el lugar es lo de menos — sonreían los dos.

La besaba con fuerza y la llevaba despacio hacia la habitación donde ella dormía, con las manos en su cintura la sostenía para que no cayera, sabía lo de su pierna.

Llegó hasta la cama y la tendió. Se puso a horcajadas sobre ella, empezó a desabrochar su camisa.

—Hacerte el amor es una de mis cosas favoritas pero también mi peor pesadilla, eres dura de pelar niña tonta —ella sonreía— pero ahora no te dejaré que me eches a un lado, ahora te amaré tantas veces como a mí me dé la gana.

Y se echó en ella para besarla, acariciarla y estrujarla.

Su obsesión era estar dentro de ella, sentir su calor, su intimidad engullendo su virilidad. Porque la sensación de placer y éxtasis que Yangmi le proporcionaba, nadie se la hizo sentir jamás.

Ella al sentirlo dentro arqueaba su cuerpo y se rendía a los gemidos que salían por su boca.

Amándose estuvieron toda la noche, una y otra vez sucumbieron al placer para darse a entender que se amaban más que nunca.

Durmieron abrazados el uno al otro y la mañana llegó irremediablemente.

Yangmi oyó voces en el salón, se despertó y salió despacio de la cama para no despertar a Jungkook que dormía plácidamente, se vistió en silencio. Fue hacia la puerta y la abrió, lo que se encontró le dió a entender que lo que había pasado entre los dos la noche anterior no estaba bien.

Una mujer afgana y un hombre de avanzada edad de la misma nacionalidad vestido de militar estaban con Kendall. Ella lloraba y su amigo la consolaba. Era la mujer de su amor, era la que tenía la legitimidad, ella era solo un pasado tortuoso...




Mafia Jungkook. Mi Vida, Mi AmorWhere stories live. Discover now