IX

8.5K 492 21
                                    

YANGMI

No sabía si bajar o quedarme todo el día en el cuarto metida. Ayer le había contestado, no sé si es que estaba loca o que es lo que me pasaba. ¿Cómo podía ponerlo furioso con mis provocaciones? Él no era un mísero señor que se quería meter conmigo cómo cuándo estaba en el hospicio, él era alguien que tenía el poder de hacer lo que quisiera conmigo.

Tenía tanta hambre, no había cenado la noche anterior porque no quería verle la cara después de haberle dicho lo de su mala leche. Y tampoco había desayunado porque no me atreví a bajar.

¿Que hacía? Por dios que hambre, mis tripas rugian sin control.

Que sea lo que el señor quiera, yo voy a bajar, me dije mientras salía por la puerta. Me había puesto un pantalón vaquero y una camiseta blanca básica, lo más normal que había en el armario. Cuando lo abrí había de toda clase de ropa. Ni sabia cuando la había comprado, pero que era para mí lo era, cualquiera no tiene mi estatura así que fueron traídas para mí.

Bajé las escaleras y estaba sentado en la mesa, estaba hablando por teléfono en ruso y no se molestó ni en mirarme, siguió su conversación sin más, cómo si estuviese solo.

Yo me senté despacio y miré toda la comida que había en la mesa. Relamía mis labios sin saber qué comer.

—¿Tienes hambre? —lo miré de frente y tragué fuerte.

—La verdad es que sí —dije un poco tensa.

—Pues come —dijo en tono aurotiario.

Eso es lo que no me gustaba de él, su tono al hablar, cómo si todo el mundo tuviera que hacer lo que le diese la real gana.

Cogí un poco de carne y lo puse en mi plato, empecé a comer un poco molesta.

—Hoy habrá una fiesta en la casa y quiero que no bajes por ningún concepto aquí a la planta baja —su tono seco salió disparado, me habló sin mirarme siquiera.

Su molesta forma de comunicarse a veces conmigo siempre estaba ahí , hablaba sin poner un ojo en mí.

—De acuerdo, aunque no tiene que decírmelo, yo no estoy aquí para fiestas, es más, no debería ni estar aquí siquiera —lo oí suspirar enfadado pero no dijo nada.

—Quiero que te pongas ésto en tu muñeca —me extendió un reloj de color blanco, tenía una pantalla de color rosa. Era precioso.

—Yo no acepto regalos de un secuestrador como usted —lo vi apretar sus dientes, se estaba estresando.

Se levantó y cogió mi mano.

—¿Pero qué hace? —dije tirando para que me soltara.

—¿Te vas a estar quietecita? Tan pequeña y tan molesta joder —apretaba los dientes para hablar.

Si viera él lo que me molestaba que me dijera que era pequeña de esa forma en la que lo decía, no se atrevería ni a nombrarlo.

—¡No lo quiero!

—Me da igual que lo quieras o no, pero es una orden y tienes que llevarlo siempre puesto.

—¡No!

—¡Si!

—¡NO!

Al final acabó en mi muñeca y se sentó de nuevo en su asiento. Yo mordía mi lengua por no insultarlo.

—Cuando suba a la habitación lo tiraré por la ventana —quise molestarlo.

Me miró mal y resoplando, sus narices estaban hinchadas.

—Mira niña no es un regalo, es una pulsera para cuando estés en peligro ¿Lo entiende esa dura cabecita tuya? —ya si nos mirábamos de frente, pero por su aspecto de ogro no sé si era mejor seguir sin hacerlo.

Observé el reloj de cerca y vi en la pantalla varios apartados.

—Si hay algún problema grave quiero que presiones el número uno y yo sabré que algo te ocurre —empezó a comer de nuevo ya más calmado.

Terminamos de almorzar sin hablarnos, cada uno se fundió en sus pensamientos.

Subí a la habitación y me tiré en la cama, estaba aburrida porque no podía hacer nada, me estaba prohibido salir al exterior por si quisiera huir, si fuese por él tendría prohibido hasta respirar.

IU no estaba en la casa así que tampoco podía estar con ella, me había agradado bastante, era muy coqueta y muy cariñosa.

Llegaba la noche y desde el gran ventanal pude ver los coches que llegaban, todos de lujo. Veía a los invitados bajarse de ellos vestidos con elegancia.

Las mujeres eran despampanantes y sus vestidos eran preciosos.

Se veía que había mucha gente, abajo se escuchaba el murmullo y la música.

Me volví a tender en la cama, pero duré poco porque quería ver la gente bailar, nunca había visto una fiesta de tal envergadura.

Asomé la cabeza un poco para ver si había gorilas por allí. Y sí los había, dos ni más ni menos. Volví a entrar y cansada de mi suerte me tiré molesta en la cama de nuevo.

De pronto abrí mis ojos y me di cuenta que me había dormido. Miré el maldito reloj blanco y rosa que rodeaba mi muñeca y habían pasado tres horas.

Maldito sueño que siempre me vencía.

Escuché hablar en el exterior, abrí una rendija de la puerta y allí estaba el señor Jeon con un traje negro de chaqueta, era realmente guapo. A su lado había una chica de cabello rojizo espectacular. Su vestido era largo plateado y él la tenía abrazada por la cintura.

Los gorilas habían desaparecido de mi entrada, seguro quisieron dejarle intimidad.

—Jungkook eres todo un galán —joder que cursi era la pelirroja, me entraron ganas de reír y puse mi mano en mi boca.

—¿Quieres venir a mí habitación? —no perdía golpe el señor Jeon. Era todo un Casanova.

Todo sonriente estaba y conmigo todo serio que se ponía siempre.

Se fueron pasillo adelante y yo pude salir al ver que los tipos no estaban. No habían vuelto a posicionarse al lado de mi habitación.

Así que ahora era la mía.

Abajo se escuchaba ya menos ruido, yo me puse a un lado de la escalera por la parte de arriba donde no podían verme y miré todo lo que pasaba abajo.

Algunos charlaban y se les notaba que habían bebido.

Las mujeres reían descaradas.

—¿Vaya que tenemos aquí? —me volví deprisa y un hombre bastante corpulento me miraba con media sonrisa que no me gustaba nada.

Llevaba un traje elegante, así que era un invitado.

—Nada, yo ya me iba —dije y me adelante para irme pero cogió mi mano y me miró de arriba abajo.

—Eres muy bonita, ¿Eres del servicio verdad? —me estaba dando miedo.

Yangmi la pulsera, pensé, pero él estaba con aquella mujer en su habitación. ¿Y si al final era el tipo amigo suyo? ¿Y si se enfadaba?

Tiró de mí y me pegó a su cuerpo, quise gritar y cuando vio mis intenciones tapó mi boca con su mano, acercó su apestosa boca a mi oído y me habló.

—Pasaremos una buena noche tú y yo, nadie se enterará —se reía en mi oído.

Yo forcejeaba pero poco podía hacer con su fuerza.

Empecé a dar golpes en el reloj sin poder verlo, solo rezaba para que los golpes dieran al número uno...

Mafia Jungkook. Mi Vida, Mi AmorWhere stories live. Discover now