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YANGMI

Me llevaba cogida de la cintura y mis pies no apoyaban el suelo, con su otra mano me tapaba la boca mientras yo intentaba zafarme de su agarre sin lograrlo.

Daba golpes con mi dedo al maldito reloj que me dió el señor Jeon, pero como no podía verlo pues no sabía si estaba dando resultado y se había activado el número uno.

Vio el maldito la puerta de mi habitación entreabierta y la empujó con el pie, me tiró de golpe en la cama y la cerró con llave.

—Cómo grites destrozaré tu puta boca de un puñetazo —dijo con los ojos de un demonio.

Tenía tanto miedo que creí que mi corazón explotaría, mi pecho tenía un dolor indescriptible y mi cuerpo temblaba tanto que creí que me iba a morir.

Se echó encima mía de forma muy brusca, y sin poder pararlo emití un grito, de mi boca salió tan fuerte que me propinó un golpe seco para hacerme callar. Me sentí muy mareada y noté que mi labio sangraba.

—¡Cállate maldita zorra o te mato! —me gritó y después chupó mi cuello de una forma tan despiadada que me dolió horrores. Sentía un asco enorme y solo quería que alguien me salvara de ser violada por un tipo tan asqueroso.

Empecé a llorar con fuerza, casi no podía respirar porque atrapaba mi pequeña boca con la suya que era demasiado grande en comparación con la mía. Su lengua llegaba a mi garganta y me estaba ahogando.

Sus rodillas se clavaban en mi sexo y mi estómago se hundía por su peso. Me dolía todo el cuerpo y no podía moverme porque me había cogido fuertemente las muñecas, me las tenía atrapadas encima de la cabeza.

Empezó a rasgar mi camiseta con las dos manos cuando las había bajado y me dejó en sujetador, miró con una mirada tan pervertida que me dió un asco enorme.

Cogió uno de mis pechos y lo estrujó tan fuerte que volví a gritar de dolor.

—¡He dicho que cierres tu puta boca! —volvió a golpearme, ésta vez reventó mi mejilla.

De pronto unos golpes sordos se escucharon en la puerta.

—¡Yangmi abre la puerta! —era el señor Jeon.

Nunca creí que me alegraría tanto de que fuera él, quería que me salvara de mi agonía.

—¡Señor... —el tipo ahogó mi grito con un bofetón en mi boca.

Y es que también sabía quién era, entonces se incorporó un poco asustado.

Puso su mano en mi boca herida y me miró despiadadamente.

—Como hables te arranco la lengua de cuajo —dijo en un susurro, yo estaba aterrada.

—¡Yangmi te he dicho que abras la puerta! ¡Maldita niña que ni caso me hace! —decía a voces.

En ese momento se escuchó un gran golpe y es que acababa de echar la puerta abajo. Lo vi entrar como alma que lleva el diablo.

Venía en camisa, la traía totalmente desabrochada, se le veía su pecho desnudo, y su pelo largo todo alborotado.

Miró la escena y gruñó fuerte. El hombre lo miró asustado y yo estaba medio desnuda tendida en la cama.

El señor Jeon puso una cara de espanto al ver cómo tapaba mi cuerpo desnudo con mis dos manos temblorosas. Empecé a llorar, el miedo que había sentido me tenía desquiciada.

—Pero...¡¿Que mierda te crees que estás haciendo William?! —se acercó a él y lo cogió del cuello de la camisa, le dió un gran golpe en la cara y lo tiró al suelo haciendo que se escuchase un fuerte estruendo.

Yo rodé por la cama con gran dificultad hasta esconderme por la parte contraria a ellos, quedé en el suelo tirada y llorando abrazada a mi cuerpo.

—¡¿Así me pagas los años de amistad?! —le gritaba desde arriba, mientras el otro no se atrevía a levantarse.

—¡Levántate hijo de las mil putas! —le gritó y volvió a cogerlo y lo estampó contra la pared del cuarto, el tipo emitió un sonido de dolor.

—¡Es solo una puta de servicio! ¡¿Porqué cojones te pones de éste modo tan agresivo conmigo?!

Fue decir eso y le propinó tal puñetazo que cayó al suelo inconsciente.

—¡Joder! ¡Mi mano! —se quejó.

Corriendo vinieron los dos gorilas que custodiaban mi habitación.

—¡Dónde cojones estabais! —les gritó.

—Perdón señor Jeon, sólo fuimos al baño.

—¡¿Los dos juntos?! ¡¿Sois pareja?.
¡Pues follais en horas de descanso, no cuando ella estaba en peligro! —sacudió su mano molesto por el dolor—¡Quitarle de mi vista y lo echáis a la puta calle, quiero que le deis tal paliza que no se atreva a tocar a una niña jamás, no quiero que vuelva a pisar la mansión Jeon nunca más, o lo mato con mis propias manos! Que le dé gracias de ser hermano de quién es sino de aquí no sale vivo hoy.

Soltó el aire y se peinó el pelo un poco con los dedos. Abrochó un poco su camisa mientras miraba donde yo estaba. Era como si no supiera lo que hacer conmigo.

Se fueron los dos gorilas llevándose al odioso tipo. Yo tenia ya sollozos ahogados.

El señor Jeon rodeó la cama despacio y llegó hasta mí, agachó su cuerpo para mirarme a mi altura.

—Mierda Yangmi —dijo con un suspiro lento, era la primera vez que no lo vi enfadado —ven conmigo, no te haré daño.

Yo seguía tapando mi desnudez con las dos manos. Cogió la sábana de la cama y me tapó con ella. Pasó sus manos por mi cuerpo y me levantó, me llevaba pegada a su pecho, yo puse mis manos en su cuello y enterré mi rostro en él. Me reconfortaba su calor, ahora no podía pensar en nada malo que viniese del que me había protegido de ese hombre terrorífico.

Andaba hacia su habitación y entró en ella.

—Yanize vete —dijo mientras yo seguía pegada a él.

Miré y la chica estaba sentada en un gran sillón que había a un lado de la habitación, se encontraba en ropa interior.

—¿Como dices? —esbozó una sonrisa molesta.

—Por favor necesito que te vayas, no hagas que sea grosero contigo —ella empezó a ponerse su vestido con un enfado monumental, me miró y reía amargamente.

—¿Por una chica cómo ella me echas de tu lado?

—!No compliques más las cosas! Mañana te llamaré —le dijo y la otra salió dando un portazo.

Me tendió en su cama y se sentó a mi lado.

—¿Me vas a decir cómo mierda entró a tu habitación ese tipo? —ya empezó de nuevo con sus palabras duras.

Yo no dije nada. Mejor no contar la estupidez que hice aún sabiendo lo que me dijo de que no quería que saliese de mi habitación.

Empezó a tocar mi labio con la yema de sus dedos, y después mi mejilla.

—¿Te duele? —asentí haciendo pucheros.

—¡Maldito William! —se enfadó.

Se levantó y sacó un pequeño maletín de un cajón del mueble que había cerca en la pared, vino de nuevo a mí y lo abrió. Se sentó a mi lado y empezó a sacar lo necesario para curar mis heridas.

—Gracias —dije cómo pude— he tenido tanto miedo.

Empecé a llorar de nuevo.

—Mi pequeña Yangmi, esta vida a veces es una auténtica mierda para chicas como tú —me miró de una forma que creí ver en él alguien totalmente diferente a lo que había visto hasta ahora...

Mafia Jungkook. Mi Vida, Mi AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora