XXXIII

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JUNGKOOK

Verla llegar hizo que quisiera ir corriendo en su busca, quería abrazarla y pegarla a mi cuerpo el cual necesitaba de su contacto despiadamente. Había pasado mucho tiempo sin poder sentir su cercanía, su calor y sentir su voz.

Venía hacia mí entre la multitud pendiente de mi posición. Nuestras miradas se encontraban atrapadas y sin embargo no podíamos siquiera demostrar que nos conocíamos. No podía arriesgarme a que le hicieran daño por mi culpa.

Se puso de espaldas a mí, pasó por mi lado con una sonrisa descarada que me hizo sonreír a mí también, estábamos metidos en un juego más peligroso que todo lo que nos rodeaba, pero por mi parte esto me ponía tan nervioso y a la vez deseaba tenerla tan cerca que no iba a poner ni una pega.

Kendall estaba a mi lado y ella tenía a su compañero policía al suyo, ellos eran los únicos que sabían de nuestro amor, se separaron levemente para no escuchar nuestra conversación.

—¿Cómo has estado en éste tiempo? —le hablé mirando hacia mi lado derecho.

—No te preocupes tanto por mí, he estado muy bien. ¿Y tú? —dijo ella mirando hacia su lado izquierdo.

—Bien, deseando verte de nuevo, sueño por las noches contigo Yangmi, necesito tenerte a mi lado otra vez, te quiero y te deseo demasiado —respiré hondo por lo que sentía mi corazón en éste momento.

Eché mi mano hacia atrás y rocé su cintura, ella tembló ante mi contacto y a mí me recorrió un escalofrío por todo el cuerpo, la deseaba demasiado. Mordí mi labio por tal sensación.

En ese momento llegó Yanize, ella sabía quién era esa mujer.

La conoció en la mansión el primer día que la llevé a mi dormitorio, ese maldito día que quisieron abusar de ella. Sabía que habíamos estado juntos, aunque nunca significó nada para mí, solo nos divertimos un tiempo juntos cuando ella no estaba en mi vida, no nos conocíamos todavía así que no podía sentir celos porque después de saber que tenía sentimientos solo por ella, corté todo lazo entre nosotros.

Tenía miedo de que pensara de otro modo.

—Hola Jeon —vino Yanize hasta mí y cogió mi brazo— cuánto tiempo sin vernos —tenía esa voz seductora que se gastaba siempre.

—Hola Yanize —le dije serio, sabía que con el genio que tenía mi pequeña estaría molesta por verla a mi lado.

—Necesito de tu cuerpo y de tus besos, no puedo olvidarte Jeon, ningún hombre ha conseguido superarte —me puse tenso al ver de reojo el cuerpo de Yangmi moverse y mirarla de frente.

Cálmate niña tonta, no hagas una escena aquí delante de todos, no pueden saber que nos conocemos, ella no significa nada, tú eres mil veces mejor, pensaba yo nervioso.

Gracias a dios no dijo nada pero pude apreciar su enfado. Le habló a su compañero policía que estaba un poco alejado.

—Vamos Eun Woo no me gusta de pronto el ambiente que tengo a mi alrededor —estaba muy molesta.

Jeon eres hombre muerto, pensé, y sin poder decirle lo que se merecía que le dijera...a la que amo es a tí tonta. Dentro de mí disfrutaba un poco de verla de ese modo.

Se fue toda altiva, me ponía de ella ese carácter dominante suyo.

—Lo siento, pero ya te dije que lo poco que teníamos terminó, no quiero ser grosero Yanize, tengo buenos recuerdos de tí pero si insistes con lo mismo siempre que me ves optaré por no dirigirte la palabra —dije serio y se separó de mí, me miró mal y se fue.

Yo recorrí la estancia con mi mirada para ver dónde se había ido Yangmi, pero ni rastro de ella, aún no sabía lo de su hermana, tenía miedo que lo escuchase de alguien de la fiesta que estuviera al tanto de su asesinato.

Iba a sufrir tanto que me tenía muy preocupado.

YANGMI

—Psssss ¡Lagartona!

—¿Y ahora qué es? Cuando sacas el genio eres un caso Yangmi —Eun Woo que me seguía desde atrás cuando salí como un rayo del lado de la imbécil esa y el tonto del señor Jeon.

Paré para mirar de frente a Eun Woo.

—¿Porqué los hombres sois tan tontos cuando veis a una Lagartona?

—¿Cómo dices? A veces te posee alguien ¿Verdad? Sabes lo que te digo que no quiero saber nada más —dijo y me sonreía tierno—. Ese tipo te quiere Yangmi, ese tío daría la vida por ti, así que no te vuelvas paranoica.

—¿Sabes que estaba celosa desde un principio y has hecho como que no me entendías? ¡Hombres! —dije y empezó a reír.

Entonces apareció Jungkook y paró un momento a mi lado. Sin mirarme y haciendo de mis cimientos un terremoto me habló, lo hizo con un tono tan serio que se me vino ese hombre que me encontré en la mansión Jeon cuando llegué con dieciséis años.

—Te quiero en la planta de arriba en dos minutos, sino subes en ese tiempo vendré a arrastrarte yo mismo —se fue sin decir nada más después de rozar su mano con la mía.

En minuto y medio estaba yo en el pasillo de arriba, miraba de un lado a otro las puertas que había por todos lados, no tenía ni idea dónde  estaría.

La ansiedad me consumía y mis ganas de que me abrazara eran mi cárcel.

Paseé despacio hasta que una puerta se abrió y cogieron mi mano con fuerza, me entraron dentro de una de sala y cerraron tras mi paso.

Me estampó contra la pared y puso su mano en mi garganta para tenerme inmóvil.

—¿De verdad no sabes de mis sentimientos por tí todavía? —Jungkook aprisionando mi cuerpo con el suyo contra la pared de la habitación— me decepcionas niña tonta, en éste mundo no existe ni existirá un amor más puro que el que siento yo por tí.

Entraron en mí todas las mariposas que existen en éste mundo, movió mi interior por completo. Su voz, sus ojos y su cuerpo no eran una tontería para mí desde que lo conocí, y su contacto tampoco, pero mi genio por verlo con esa tipa quería salir hacia fuera a cómo diera lugar.

—¿A esa también le dices esas cosas?

—No —sus ojos me dejaron claro que decía la verdad— solo te lo digo a tí.

—¿Tengo que creerte?

—Si no entiendes mis palabras tendré que demostrarte de otra forma las cosas. ¿No crees?

Y puso su otra mano en mi cintura, bajó su rostro y sus labios a los míos, los besó con su fuerza particular, esa de la que yo era ya adicta y de la que no quería renunciar jamás en mi vida.

Sería hasta mi muerte el hombre que me besaría, el que yo querría que estuviese siempre a mi lado...

Mafia Jungkook. Mi Vida, Mi AmorWhere stories live. Discover now