XXXVII

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JUNGKOOK

—Jungkook —escuché su voz baja pronunciar mi nombre, unas ganas enormes de volver mi cuerpo y abrazarla allí mismo se me encajaron en lo más hondo.

La gente a nuestro alrededor intentaban escuchar la palabrería del senador Adams. Los chinos rodeaban el lugar con su cuerpo armado hasta las trancas. Mis hombres estaban atentos vigilando a éstos últimos y yo con ansias de cogerla e irme con ella lejos de todo.

Eché mi mano hacia atrás para atrapar la suya que cogía fuerte mi abrigo. Cerré mis ojos para saborear su piel que hacía quemar la mía de forma despiadada.

Un suspiro profundo y largo salió disparado por mi boca. Que se hubiera atrevido a dar ella el primer paso para tocar mi cuerpo me hacía inmensamente feliz, tuve miedo en todo éste tiempo de que me echara a un lado para siempre.

Aunque pasados unos minutos de ésto me puse tenso, en un momento algo hizo ponerme en alerta, mi instinto era despiadado en éstos casos y nunca me había fallado.

Noté que quiso soltarse, echaba atrás su mano mientras yo la agarraba para que no lo hiciera.

—Tengo que irme suéltame por favor —dijo un poco entrecortada, no me gustó su tono de voz.

Tiré de ella con fuerza y la puse rápidamente delante de mí, votó en mi pecho haciéndola emitir un quejido y en ese entonces es cuando lo entendí todo.

El cañón de un arma me impactó de lleno en mi espalda, podía notarla perfectamente, alguien la estaba apuntando desde atrás y al sacarla de su radio de visión yo era el próximo que encontró a su paso.

Yangmi se agarró un poco a mí, apretaba mis costados y traspasaba mi jersey negro de cuello vuelto con sus uñas.

—Jungkook tiene un arma —dijo mirando hacia arriba muy bajito, sus ojos me decían que sentía miedo por mí, le puse una pequeña sonrisa.

—Cuando yo te diga te irás hacia adelante y te meterás entre la multitud, ve con Eun Woo —lo dije casi inaudible para los demás, no quería que el tipo que tenía detrás supiera de lo que hablaba, ella negaba enérgica con su cabeza.

El de atrás movió un poco su cabeza por el lado de mi brazo, era mucho más bajo que yo y quería cerciorarse de saber quién diablos le había quitado la poli de su delantera.

Giré mi cabeza y lo miré con toda la mala leche que pude reunir en ese momento, abrió los ojos al verme y retrocedió un poco.

Me habló en su idioma.

—Puedo matarte en éste momento si yo quiero —intentaba hacerse el héroe y apretaba su arma contra mi costado.

No me intimidaba en lo más mínimo, no lo mataba aquí y ahora porque desataría el infierno. Si no estaría criando malvas desde este momento.

—Mira a la azotea del edificio de enfrente —le dije con voz potente y autoritaria sin mover ni un milímetro de mi cuerpo— ¿ Ves el puntito rojo? Tu jodida cabeza volará por los aires con solo mover yo una ceja, así que tu mierda de arma no me intimida lo más mínimo.

—¿Quién eres cabron? Sólo queremos borrar del mapa a ese que habla gilipolleces en éste momento —hablaba con rabia.

—Por mí puedes matarlo si quieres, me harías un gran favor créeme, pero has cometido un gran error en todo ésto, has apuntado al objetivo equivocado. Así que ahora si quiero puedo hacer que te maten en un abrir y cerrar de ojos, puedo hacer que te retuerzas de dolor sin mover ni un dedo siquiera —estuvo un momento callado, seguro estaría sopesando la situación.

—No sé quién eres ni me importa, así que muévete y déjanos hacer nuestro trabajo, mi jefe es alguien importante —decía ya menos altivo, mis palabras lo habían confundido.

Moví un poco mi rostro hacia atrás sin soltar a Yangmi, ella se aferraba a mi abrigo para que no hiciera nada peligroso y miré al tipo con media sonrisa sarcástica.

—¿Tu jefe podrá con la mafia? ¿Sabes con quién estás hablando? Soy Jeon Jungkook, el mafioso que te arrancará las pelotas y se las dará de comer a las palomas del parque —el arma se aflojó de mi costado inmediatamente y retrocedió unos pasos— . Ya decía yo que no eras tan valiente.

Mientras lo miraba de forma despiadada un disparo se escuchó y miré hacia el frente deprisa, el senador Adams cayó al suelo.

—¡Jungkook mi padre! —sí era su padre después de todo, ella sabía quién era y sus fechorías, pero era su sangre. Por mí se podía pudrir en el infierno.

La tiré hacia abajo rápidamente no antes de pegarla a mi pecho para que no se hiciera daño. Los dos estábamos tendidos en el suelo, ella debajo mia.

Tenia que ser su escudo, los disparos se escuchaban por todo el lugar.

—¡Suéltame, tengo que ir! Es mi trabajo Jungkook —decía desesperada, intentaba mover su cuerpo pero no podía porque yo la abrazaba con fuerza.

—¿Estás loca? ¡Te pueden matar niña tonta!

—¡No soy una niña joder! ¡Soy una poli, te guste o no! ¡Así que suéltame de una puta vez!

No le hice caso alguno, la levanté de golpe y la cogí entre mis brazos, ella daba patadas las cuales llegaban a mis muslos.

—¡Dios! ¿Te puedes estar quieta?

—¡Eun Woo está ahí lo pueden matar, es mi compañero! ¿No lo entiendes? —estaba desesperada.

Tenia razón, él era alguien importante para ella y ya había tenido bastante con lo de su hermana y ahora su padre.

Llegué hasta el coche y abrí la puerta, estaba arrancado, la eché en la parte posterior ágilmente.

—¡Kendall cierra el coche con seguro y que no salga de aquí! ¡Dile al jefe de la operación que baje aquí con todos los hombres, hay que limpiar el lugar!

Ella intentó incorporarse y salir del coche, apretaba mi mano que la empujaba hacia el interior.

—¿Pero quién mierda te crees que eres? Yo soy alguien libre y que...

—Sí...sí lo que tú digas —me abalancé hacia sus labios.

Le di un beso con tanta desesperación que me dolieron hasta las entrañas. Me retiré de ella y cerré de golpe.

Saqué el arma que guardaba debajo de mi axila y salí corriendo hacia la multitud, tenia que encontrar a Eun Woo. Todo era masacre a mi alrededor porque los chinos eran muchos y los polis querían reducirlos a duras penas. La gente de a pie caía como chinches.

Maté a dos que me encontré a mi paso.

El compañero de Yangmi estaba intentando matar a un tipo que lo tenía acorralado detrás de una columna de mármol.

Llegué por detrás y lo pude acribillar a balazos.

—¡Eun Woo nos vamos! —le grité y él salió.

—¡Señor Jeon! —puso una sonrisa de alivio.

Corrí al coche a toda prisa, él me seguía, pero de pronto entré en el fuego cruzado y un impacto de bala me alcanzó.

—¡Mierda! —se incrustó la bala en mi hombro y una más que fue la que me hizo caer, llegó hasta mi espalda.

La oscuridad me envolvió en un abrir y cerrar de ojos, no tenía miedo a morir porque ella estaba ya a salvo...



Mafia Jungkook. Mi Vida, Mi AmorWhere stories live. Discover now