VI

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YANGMI

La luz me hizo abrir los ojos, me dolía la cabeza y puse mi dedo en mi labio, me acordé que me dieron un bofetada cuando me encontraron en el cobertizo.

Tenía la misma ropa del día anterior, eso me tranquilizó porque entendí que nadie me había tocado, no podría soportar saber que habían abusado de mí, me repugnaba la idea.

Miré a mi alrededor y la habitación era un sueño para cualquier chica, todo hecho con un gusto especial, pero a mí no me interesaba para nada el dinero, siempre me había criado con pocos lujos.

Me levanté asustada y quise abrir la puerta pero estaba cerrada, así que volví a la cama y me acurruqué entre las sábanas, tenia mucho miedo porque no sabía porqué me habían traído hasta aquí, ni quién había detrás de todo esto.

Creo que me volví a quedar dormida, de pronto abrieron la puerta y eran dos señoras de mediana edad que venían con ropa en sus manos, yo me senté en la cama.

—Buenos días señorita, traemos ropa para que se duche y se cambie, el señor Jeon la espera para el desayuno —me dijo una de las señoras.

¿De nuevo ese nombre? ¿Qué quería de mí?

No me cambié ni me duché, solo quería salir de allí de alguna maldita forma, miré alrededor y todo estaba cerrado, las ventanas y la pequeña cristalera central estaban precintadas. ¿Habrían traído aquí a más chicas antes? ¿Y con qué intención? ¿Y si me querían prostituir?

Muchas de las chicas del orfanato habían caído en mafias que las sacaban del país para llevarlas a lugares donde los hombres las trataban cómo esclavas sexuales.

Tiré un momento de mi pelo y grité por la frustración que me estaba ocasionando ese tal Jeon, ese tipo que se creía que podía hacer lo que le diera la gana conmigo ¿Y si me hacía daño? ¿Y si me iban a matar?

—Señorita ¿está ya preparada?

Una de las señoras entró de nuevo en la habitación haciendo que dejara de pensar en cosas horribles. Que fácil era entrar pero qué difícil era salir, puse mala cara.

—No lo he hecho, ni lo haré tampoco —le dije y me senté cruzando mis brazos como señal de protesta. No sé si es una buena idea hablar de este modo, pero no puedo dejar que vean mi debilidad. También tengo mi genio.

—Puede hacer lo que quiera, pero yo no jugaría a la valiente con el señor Jeon, él es un hombre con poca paciencia —puso una risita en sus labios que no me gustó nada.

Se fue y me quedé pensando por un momento. Había que encarar la situación lo antes posible, tenía que saber porqué me habían traído aquí.

Giré el pomo de la puerta y me di cuenta que estaba abierta, ¿Y si corría hacia el exterior para poder escapar? Saldría despacio sin hacer ruido.

Pero todos mis pensamientos se esfumaron al ver a dos tipos enormes a cada lado de la puerta.

Bajé mis hombros decepcionada y salí al pasillo, ellos no dijeron nada y yo tampoco. Andaba absorta admirando todas las pinturas en las paredes, las lámparas eran de ensueño y al llegar a las escaleras de caracol y ver la estancia de abajo abrí mi boca sin poder remediarlo.

Todo era dorado y blanco de estilo antiguo, el suelo estaba alfombrado de colores oscuros y una gran cabeza de búfalo colgaba de la pared donde había una preciosa chimenea.

Miraba todo cogida a la baranda torneada que tenía la larga escalera. De pronto me encontré dos ojos negros mirando los míos.

Estaba abajo mirando hacia arriba, esbozó una pequeña sonrisa torcida.

Al hablarme en ruso me acordé de él, era el hombre que vi en el club.

No entendía lo que me decía, yo sólo sabía palabras sueltas con poco significado.

Bajé las escaleras y llegué hasta él.

—¿No te has vestido ni bañado aún? —entonces me habló en inglés.

—Si huelo mal tal vez me salve de que me lleve a los club de prostitución —dije con un tono altivo. No voy a negar que me impresionaba verlo allí delante tan alto y enorme para mi pequeño cuerpo, pero digo lo mismo de antes, no voy a dejar que vea mi miedo.

—¿Quién te dijo que puedes servir para un sitio cómo ese? —miraba mi cuerpo de arriba abajo—tal vez te lleve a los suburbios allí las putas se bañan poco.

Lo miré mal. Me había insultado.

—Yo no soy ninguna puta —dije ofendida.

—Yo nunca dije que lo fueras, tú viniste hasta mí con el cuento —torció sus labios con una sonrisa que hubiera congelado el lugar.

—Bueno cómo sea ¿Porqué me ha traído hasta aquí? —dije mirando sus ojos que me hacían no poder despegar los míos.

—No puedo decirte —y empezó a andar hacia la mesa que tenía toda clase de comida, nunca había visto tanta junta. Mis tripas empezaron a rugir y lo vi reír levemente.

—Tiene que dejarme libre, yo quiero ir con mi hermana, llevamos mucho tiem...

—Por favor, me está doliendo la cabeza, come y callate un ratito —se sentó en la mesa y empezó a servirse la comida.

Yo me senté en uno de los sillones que había enfrente de donde él estaba. Crucé mis brazos enfadada y tuve que aguantarme el hambre que tenía en ese momento.

—Esto está delicioso umm, me encanta comer —decía sin piedad para mí— que lastima con lo bueno que está todo y tendré que tirarlo a la basura.

¿Como decía? Eso me había indignado.

—¿Sabe la gente que pasa hambre? ¿Sabe el hambre que pasé yo de pequeña? Nos dejaban sin comer días enteros cómo castigo por correr por los pasillos o por habernos quedado dormidas en la iglesia después de estar exhaustas por trabajar muchas horas.

Me miró de malos modos y se acercó a mí, metió sus manos por mis axilas y me levantó sin problema alguno de donde me encontraba sentada. Me llevó hasta la mesa y me sentó de golpe en una de las numerosas sillas que allí había.

—Come de una vez y si dentro de media hora no te has duchado lo haré yo mismo con un estropajo duro. ¿Entendido? —su mirada en este momento me dió miedo.

Empecé a comer despacio y sin hablar.

—Señor Jeon el avión estará preparado para las seis —dijo un hombre corpulento que entró a la estancia.

—De acuerdo, se lo comunicas a Kendall también para que esté preparado —dijo él mientras se sentaba a mi lado.

Cogió una de las frutas de la bandeja que teníamos de frente, la lanzó hacia arriba y la atrapó con su mano sin dificultad.

—Nos vamos a Rusia, así que come que el vuelo será largo —me miró con media sonrisa y le dió un gran mordisco.

Por poco me ahogo con la comida que tenía en este momento en mi boca. ¿Me iba a Rusia?...

Mafia Jungkook. Mi Vida, Mi AmorOù les histoires vivent. Découvrez maintenant