13. La Bruja del Bosque.

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De reojo observé la línea que trazaba su palma, tan profunda que dejó una cicatriz rugosa.

La misma que lo unía a Kalena Kesare de la antigua sangre de Kurban.

Alejé su mano sin más miramientos.

──Deberías irte ──exigí.

Ciro abrió y cerró su mano, antes de guardarla en el bolsillo como si sostuviera algo preciado.

──Ese demonio te usó como vínculo para amenazarme.

Todavía podía recordar la sensación de estar atrapada dentro de mi propia mente, me rasqué el cuello para alejar el escalofrío.

──Pobre de ti, lo que habrás sufrido.

Me puse de pie, dispuesta a ponerme en marcha, Ciro sostuvo mi brazo a medio camino, una orden en sus ojos de cuarzo.

──Qué es lo que te hace, Agar, dime.

──Tú lo sabes ──Volví a alejarlo──. No tenemos mucho tiempo antes de que se convierta en un problema también para él.

──Y para ti.

Abrí un armario y rebusqué entre los montones de vestidos, los escarios ostentaban de una presunción elegante, sus edificios, estructuras y atuendos estaban hechos para denostar poder e intimidar a sus enemigos.

En Valtaria cada rincón era cuidado para maravillar a sus visitantes, la extravagancia sobre la practicidad y en demostración de estatus.

Eso los llevaba a usar vestidos pesados en brocados y capas de telas y bolados.

──¿Qué moda se supone que siguen en Valtaria? Es como si vivieran en una obra de teatro.

──Vaetro ya fue encontrada, la secuestraron pero no sabe nada ──Ciro ignoró mis divagues.

──Está jugando con los límites del pacto ──le repetí lo de siempre, dando con un vestido de raso violeta que se veía tan sencillo (para el parámetro valtense) como para colocármelo sola.

──Lo sé, al menos puede presumir ser más lista que su padre.

──Dilo y le alegrarás el día ──Contemplé cómo se me vería en el espejo del armario──. ¿Qué tal este?

──¿Qué más da? Solo estarás en esta habitación.

──Estaré en alguna habitación ──lo corregí──. ¿Crees que este sea más fácil de sacar? Es la única parte en la que el corset me resulta un problema.

Ciro me lo quitó para cerrar el armario y devolver mi atención a él, porque todos esos años como el favorito del ejército lo habían malacostumbrado a que cada persona debía rendirle pleitesía.

──La Vaetro y Heletrar tendrán un hijo.

No evité mostrar mi expresión consternada.

──¿Crees que él lo sepa?

──Kaiser estuvo muy callado desde que la Vaetro decidió traicionarlo, quizás ya lo asumió, pero un hijo…

No demostré flaqueza, conteniendo el nudo en mi estómago.

──Debes enviarles un aviso, no encontrarás mejor momento para negociar que ahora, necesitas una alianza con él.

──Ese bastardo ──Alzó una ceja, recalcando su desdén usual.

──Sebastian.

──No me llames por el horrible nombre de mi abuelo.

Rodé los ojos, volviendo a tomar el vestido del sillón donde lo había dejado y yendo detrás del biombo.

Los Pecados que Pagan las BestiasWhere stories live. Discover now