12. El Secreto de las Bestias.

1.4K 132 44
                                    


El Secreto de las Bestias.

El Secreto de las Bestias

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.


KEIRA

Las sombras bailaron en mi visión hasta formar contornos, observé a las bestias atentas, esperando para darse un festín.

Tiré de mis muñecas, solo para notar que había sido encadenada a una silla. Quería preguntar qué hacía ahí, pero mi lengua era pesada, y se pegaba a mi paladar, mi boca estaba seca.

Me llegaron recuerdos de Katreva cuando había sido encadenada y traicionada, reconocer el sentimiento me supo tan amargo como el veneno.

Intenté liberarme, tirando de mis muñecas hasta que el dolor detuvo mi terquedad.

──Keira Vaetro, puedes estar tranquila, estamos de tu lado.

La que habló pareció ser una mujer, de voz profunda, con la cara cubierta por la máscara de un león, luciendo extravagante junto a su capa de terciopelo negro y bordados de oro, diferente el color de los brocados que llevaban todos.

Entendí que el color de los hilos debía definir alguna jerarquía entre ellos.

¿Quiénes eran?

──Solo necesitamos que cooperes con nosotros, dime, sé que no estás por voluntad propia con Beltrán.

Mi voz se rehusó a abandonar mi garganta, una mano invisible que presionó tan fuerte como para dejarme sin habla.

No podía decir nada por fuera de sus palabras.

──Él la tiene atada, de peor forma de la que creímos ──Esa vez la que habló fue una mujer cubierta por una máscara de un largo pico negro.

Su capa diferenciada en hilos de plata.

──¿Quiénes son? ──acerté a preguntar.

──No somos más enemigos tuyos que el Cuervo ──respondió la falsa Leona.

──Eso no me dice nada, un demonio es más inofensivo que ese mercenario.

Intenté volver a liberarme, tirando hasta que sentí las cadenas de cuero cortar mis muñecas, y ya no me importó seguir insistiendo.

──Suficiente.

Pero no obedecí a la extraña mujer oculta tras una máscara.

La multitud se abrió paso y vi acercarse a una persona de complexión muy delgada, tan grácil como una bailarina.
Su rostro lo cubría también una máscara con un largo pico negro, pero con plumas adornando el antifaz.

No era un cuervo, sino un cisne.

Desató ambas correas, pero con una señal leve de su mano, la Leona evitó que sus guardias se abalanzaran sobre mí.

Luego el Cisne Negro se quitó la máscara, descubriendo un rostro que no veía desde lo que parecía ser un siglo atrás.

──Fennella.

Los Pecados que Pagan las BestiasWhere stories live. Discover now