05. El Baile de los Titiriteros.

1.8K 189 75
                                    

El Baile de los Titiriteros.

El Baile de los Titiriteros

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

KEIRA

Las puertas resonaron en ecos por toda la habitación, una, dos, tres, cuatro, cinco.

Escondí todo devuelta bajo la tabla de madera, tapando la evidencia con la alfombra, poniéndome de pie justo al momento en que el soldado irrumpió en mi alcoba.

──¿Qué quieres? ──contesté con la barbilla en alto.

──Debe bajar a recibir a la señorita Terra Saer.

El vestíbulo del castillo era lo suficientemente grande como ser el gran salón de cualquier palacete. Con pisos monocromáticos, como todo lo que seguía en el castillo.
Corrí a encontrarme con ella, aunque un deje de nostalgia me embargó al verla.

──Terra.

──Keira Vaetro.

──Acomoden sus cosas y lleven una botella de ravén al vestíbulo.

Una vez ahí cerré las puertas, antes de dirigirla al maniquí frente a mí. Descubrí la muestra del vestido.

──Es hermoso, ¿para quién es?

──Para ti, ¿para quién más? Yo misma di las instrucciones para su confección.

Desde pequeña había sido aficionada a diseñar, pero no tanto a la costura. Fenella decía que se debía a mi gran habilidad para permitir que los demás hicieran mi trabajo.

──Es encantador.

──Es tuyo, y lo usarás esta misma noche.

Terra pareció desanimada de repente, colocando uno de sus rizos detrás de su oreja, como una afligida princesa en apuros.

──¿Qué ocurre?

──No se si vaya, la verdad solo volví a este lugar porque sabía que estabas aquí y me pareció una buena excusa, pero nada me interesa menos ──espetó a nadie en particular──. El capitán tampoco me quiere aquí, si me mandó al campo con los Bondeor fue para tenerme alejada.

──Y no entiendo por qué estar alejada del capitán sería algo malo.

Parecían rodearlo solo desgracias.

──Lo es, claro que lo es, tú ──Dejó salir una exhalación──. Tú no lo entiendes, Keira, siempre tuviste todo y tu apellido es tan grande como para que los hombres hagan fila a tu puerta.

──Terran es un buen territorio, tu familia es una de las más antiguas de la casta de Kanver.

──Pero no vale nada, mi padre dió los últimos refuerzos para apoyar a tu hermano, pensando que nos ayudaría a ganar posición ──Se puso de pie para caminar hasta la ventana──. Pensé, yo sabía que no ganaría con el capitán, se acercó con esa sonrisa arrogante y fue imposible decirle que no.

Los Pecados que Pagan las BestiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora