11. La Luz en las Sombras.

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La Luz en las Sombras.

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KALENA

El cielo siempre se revolvía en torno a la fortaleza de Aessi, pero ahora esa nube negra parecía estar extendiendo sus garras hasta las costas de Seleari, hundiendo a la ciudad en días sombríos, que solo aumentaban el clima asfixiante de la expectativa a una guerra que podría destruir todo.

Estaba pensando el lugar en donde encontrar a Killian, buscando desesperadamente entre mis pensamientos, cuando una sombra me envolvió, como una neblina espesa de humo y polvo negro, la misma que había visto aquélla vez en el bosque.

El caballo relinchó, con miedo, y fue como si algo se deslizara entre las hebras de mi pelo.

«Ya ha vuelto a la mansión», me susurró el espectro al oído.

Antes de que pudiera pensar en agradecer, ¿debería?, las sombras se esfumaron frente a mí.

Tragué con fuerza, tirando de la riendas para controlar al animal.

Tomé una gran bocanada de aire, exhausta, y fui en busca de Killian.

En el patio de entrada ya me recibieron los criados, e indiqué a un cochero que regresara al caballo con su dueño

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En el patio de entrada ya me recibieron los criados, e indiqué a un cochero que regresara al caballo con su dueño.

Hice lo posible para mantener la calma, aparentar la tranquilidad frente a todos, mientras subía directamente hacia la habitación de Killian.

«En la biblioteca», esta vez pude verlas zigzagear como serpientes de humo, hasta perderse por los pasillos vacíos, adornados con pinturas viejas de los antiguos moradores.

Me obligué a mantener el temple mientras subía el corto tramo de escaleras hasta el ático.

Respiré de forma pesada, liberando la presión junto al aire retenido en mi pecho.
La puerta estaba abierta, y empujé de forma leve, logrando que el crujir de las bisagras anunciara mi presencia.

Los Pecados que Pagan las BestiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora