06. Las Sombras del Fuego.

1.9K 178 119
                                    

Las Sombras del Fuego.

Las Sombras del Fuego

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

CIRO

Di ever tre.

Su voz todavía hacía eco en mi mente, debería mantener bien vigilados a los Sinester.

La sensación de ahogo trepó por mi garganta, luego de salir, tuve que aguantar gran parte de la euforia, dar la cara por el espectáculo y soportar la histeria colectiva que se había creado.

Nadie había visto salir a Raelar Sinester.

Una vez en el carruaje, me deshice de los primeros botones de mi uniforme, avanzamos en un paso desigual debido al empedrado de las calles. Valtaria era una ciudad de dos caras, tan bella y poética como mortal y peligrosa, escondía a muchos de los brujos que se habían ocultado ahí tras la época de la persecución, haciendo un refugio en el exilio.

La familia Sinester había sido una de esas.

Como soldado estaba entrenado para reducir el ataque de cualquier enemigo, desde el más sutil, hasta el obvio desprecio que parecía bullir en el rostro de la heredera Vaetro.

Recordé los ojos marrones y oscuros, cargados de odio, con los que me había visto su padre la última vez.

Tenían el mismo candor.

──Es bueno conocer la forma en la que te quedas sin palabras, Vaetro, siempre puedo empezar una matanza.

──Lo sabías.

Su rostro se contrajo en una mueca que parecía contener su furia, estaba cerca de echarse a despotricar contra mí, clavarme un cuchillo en la garganta o echarse a llorar. Tal vez en ese orden.

──Lo supuse.

──Esperabas que pase, para eso viniste, por eso aceptaste la invitación ──escupió con desprecio──. Querías este ataque.

──Necesitaba este ataque.

«Eres un monstruo». Recordé los ojos cristalizados y la mirada triste de Kesare. Como si hubiera roto algo muy preciado para ella, pero no supiera la forma de ocultarlo antes de que alguien lo descubriera.

Desabroché los primeros botones del cuello del uniforme, necesitaba un barril de vino.

──No hay honor en nada de lo que haces.

──No puedes entrar a una pelea en la que no eres llamado, ¿sabías eso, Vaetro?

──¿Cuántas batallas puedes llevar a la vez?

──Las suficientes.

Su mirada bajó al piso, a la ciudad escondida tras la ventana, y volvió con la soberbia de quien había sido criada pensando que todos estaban un escalón abajo.

Los Pecados que Pagan las BestiasWhere stories live. Discover now