Capítulo 56: El movimiento que le dio vida al sol

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«La verdad es que

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«La verdad es que... todo es una mentira»

Cuentos de la muerte /R.W.

El roce tímido de sus labios, que subía lentamente desde mi cintura hasta el cuello, me despertó.

Enterré la nariz en el cojín y me removí para buscar su calor, pero no estaba, frunciendo el ceño alcé la cabeza para buscarlo y me encontré con su sonrisa y aquella característica gorra roja con la visera hacia atrás.

—¿Por qué no estás en la cama? —Milo miró su reloj y luego me dio un beso en la boca.

—Todo el mundo despertará en cualquier momento y no quiero que nos vean en la cama juntos —me giré para abrazarlo con fuerza. Su cuerpo me daba el calorcito que era necesario en las mañanas frías.

—Me duele el costado —dije con la boca enterrada en su cuello.

—Es el golpe —me apartó y deslizó varios mechones sueltos de mi rostro y me miró a los ojos—, si veo a ese hombre me cobraré una a una de las que nos ha hecho —suspiró no muy convencido. Alcé una ceja y él me besó—. Iremos al hospital...

—Sí, pero...

—Sin peros —lo miré suplicante y sus ojos brillaron.

—Es un dolor que puedo manejar, te lo juro. No necesito ir al hospital para que me revisen, quiero ir para hablar con él.

—¿No podemos dejar esa conversación para mañana?

—No, no quiero mentirle más. Él no lo merece —se apartó de mí y se levantó. Lo miré confundida y recién reparaba en lo nervioso que estaba—. ¿Sucedió algo? —salí de un salto de la cama asustada, y él negó inmediatamente—. Entonces, ¿por qué estás tan nervioso?

—Están sucediendo muchas cosas en este pueblo, hielo —respondió—, me preocupa todo esto y estoy deseando un poco de normalidad.

—Mientras no atrapemos a ese hombre me temo que no tendremos normalidad.

—Nosotros podemos crear un poco esta noche, ¿no crees? —lo miré sin entender—. Prepararé el desayuno para nuestra familia —una sonrisa estúpida apareció en mis labios cuando se refirió a su familia y a la mía como algo nuestro. Me acerqué a él y me colgué de su cuello mientras que Milo me rodeaba con fuerza—, después nos iremos al instituto, hoy tengo taller hasta el mediodía y volveré a preparar la comida. Tú podrías ocupar la mañana en hablar con tu padre y resolver todas las dudas que tienes y, de paso, le preguntas qué significan las estrellas que están en tu techo —asentí—. Estaremos toda la tarde juntos pretendiendo que no queremos saltar encima del otro para besarnos...

—¿Besarnos cómo? —me dio un beso que me derritió, que sentí recorrer por toda mi piel, que me hizo estremecer y ansiar más que besos.

—Después —continuó sobre mis labios—, esperaremos que todos se duerman y tendremos una cita.

La casa del bosque [COMPLETA]Where stories live. Discover now