Capítulo 14: Hielo de fuego

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"El miedo paraliza, la vida avanza y tu danza se hace eterna entre los árboles

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"El miedo paraliza, la vida avanza y tu danza se hace eterna entre los árboles. El cobijo en cada respiro de la tierra, la sutileza del ir y venir. El compañero fugaz, el amor eterno. El beso ardiente, la caricia abrasadora. El cuento amargo y la leyenda dulce que se pierde entre mi fantasía y tu realidad"

Cuentos de la muerte/ R.W.

Apreté la mano de Milo con fuerza, mientras los dos mirábamos en ambas direcciones. Me acerqué tanto a él que noté que su respiración era tan errante como la mía.

Luz, por favor... —Bisbiseó rápidamente. Apreté en un puño el polerón a la altura de su cintura e hipé.

—No deberíamos estar aquí —Susurré muerta de miedo. Él tragó en seco y asintió. Me miró por encima del hombre y preguntó:

—¿Tú también...? —Comenzó él impactado, pero un silbido lo silenció. Miré los árboles cuyas hojas se movían entusiastas como si una ráfaga de viento las envolviera en una danza siniestra. Las sombras que proyectaban, me producían escalofríos. Miré por encima del hombro de Milo y mi corazón se agitó.

—Milo... —Murmuré y retrocedió un paso, chocando con mi pecho.

—Es niebla —Explicó. Era demasiado densa, tanto que todo desaparecía a su paso. Árboles, arbustos y sombras. Incluso ocultaba la luna llena—. Tenemos que salir de aquí, porque si nos atrapa nos perderemos —Él me tomó del brazo y me condujo por el sendero dando rápidas zancadas. El sonido de las ramitas que pisábamos parecía amplificarse y fue justo en aquel momento en que aquella risa que había escuchado la otra vez volvió a resonar en mi cabeza. Milo se detuvo y me miró confundido. No tuve dudas de que él también las escuchaba—. Luna, no nos podemos detener.

—¿Escuchaste esa risa? —Él me miró y asintió.

—No nos podemos detener —Repitió y yo me solté del agarre.

—¿Harás como que no está ocurriendo nada extraño?

—Por supuesto que no, pero quiero encontrar a mi hermana —Aquella risa resonó con mucha más fuerza. Milo me tomó de la mano y me dejé guiar por él. Avanzamos rápidamente unos cuantos pasos mientras que en mis oídos aún retumbaba aquella risa que me erizaba los pelos de la nuca. De pronto, Milo se detuvo y como yo seguía ensimismada me di cuenta tarde y choqué con él.

¿Qué...? —Pero él estaba paralizado mirando algo entre los árboles y yo seguí la dirección de su mirada.

Tres esferas bailaban una al lado de la otra unos pocos metros delante de nosotros. El brillo que despedían las luces era abrumador e hipnótico. Una danza tímida, pero que jamás cesaba y dejaba una estela brillante y mágica que invitaba...

"Ven, Luna"

Sin darme cuenta avance unos pocos pasos, nada en ese minuto me parecía más fascinante que contemplar aquella luz, porque transmitía una energía familiar. Apreté los labios y alcé un poco la mano.

La casa del bosque [COMPLETA]Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora