Capítulo 41

24.7K 1.7K 403
                                    

Moscú, Rusia

Enzo

Horas atrás

Conduzco con calma, en dirección a la vieja casa de Sevastien, la que tenía antes de casarse con la víbora. Normalmente, nos quedamos ahí cuando hacemos el fin de semana donde nuestras esposas, nos echan de la casa.

Literalmente

Luego de una hora en carretera, llego a la casa donde tendremos el fin de semana nosotros solos, mientras que las chicas se encuentran en la Toscana.

Espero que Katherine, no acabe con mi ración de vino.

Conozco muy bien a esa loca y su fanatismo con el vino, principalmente los de mi cosecha. Le gustan demasiado que ella sola, se acaba una de mis botellas.

Ya me arrepiento, de haberle dado a probar uno de mis vinos años atrás.

Los portones blancos que aseguran la antigua propiedad se abren, dándome paso para entrar al lugar. La camioneta con algunos de mis hombres junto a Flavio, me siguen de cerca.

Me estaciono en un lugar cerca, noto que hay más autos en el lugar, pero menos de los debe haber usualmente. Creo que soy el último en llegar, todos deben de estar adentro, pensando que vamos a apostar esta noche.

Justo en el momento, en que cruzo las puertas; una avalancha de cuerpos me tira la piso, sacándome ligeramente el aire. Me rio, al notar varios pesos encima de mí.

—¡Tío Enzo!— exclaman todos los niños al unísono.

Sonrío aún con la falta de aire, al notar a todos los pequeños herederos de mis amigos. Supongo, que nuevamente tendremos que cuidar niños.

Me río, cuando Chiara toma mi rostro y comienza a besarme en toda la cara, niego divertido. Definitivamente, soy afortunado por tener tantos sobrinos.

—Te extrañé, tío— responde Chiara.

—A ver, muévete Chi; me toca—

Andrew, su mellizo empuja ligeramente a su hermana para hacerle espacio. Los niños se ríen, al ver la expresión de su prima. Chiara, en represalia golpea a su hermano en la cabeza.

—Tonto— espeta— espera, que le cuente a papá—

—No te tengo miedo, tonta— responde de igual manera— espera, a que le cuente a mamá—

Entonces, me mira y levanta su puño. Sonrío, chocándolo con el suyo.

—Te extraños, tío— sonríe— ¿Me das dinero?— me río— es para el regalo de cumpleaños de mamá—

Arqueo una ceja divertido

—El cumpleaños de tu madre, ya fue— señalo— buen intento, Andrew—

—Demonios— responde— bien, lo intenté. Me voy, ya no tengo nada que hacer aquí—

Los mellizos se ponen de pie, para dejarme respirar algo de aire. Se van juntos, entrando a la sala y gritando a todo pulmón.

— ¡Papá! ¡El tío Enzo, no me quiere dar dinero!—

Ruedo los ojos, sonriendo.

Manipulador

Igual que mi hermana; no me sorprende que se parezcan tanto. Cuando voy a ponerme de pie, más cuerpos me tiran al piso.

—¡Tío Enzo!—

Niego divertido, al oír la exclamación unísona de los gemelos Becker. Los últimos demonios de Katherine y Dominick, que siempre logran sacarme lo que quieren.

Dolce amoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora