Capítulo 25

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Karla

El sonido de la explosión retumba en mis oídos, el cuerpo de Enzo cubre el mío aún. Sus ojos azules me miran buscando alguna señal de heridas, veo como sus labios se mueven pero no escucho nada, tengo un pequeño sonido constante de mis oídos, como un zumbido.

-No te escucho- digo un poco alto- todo zumba-

Asiente, comprendiendo la situación. El humo nos rodea, toso sintiendo como entra ligeramente a mis pulmones, mi esposo se pone de pie conmigo; alejándonos del auto que arde en llamas. Veo a Enzo, dar órdenes, gruño por qué no oigo casi por el maldito zumbido. Tallo mi oído.

-Estúpido zumbido- espeto- estúpida bomba-

Sigo tallando mis oídos abriendo mi boca, buscando una manera de destaparlos hasta que escucho de golpe todos los sonidos a mí alrededor, entrando a mis oídos.

-¡Al fin!- exclamo, suspiro de alivio- mucho mejor-

-¿Dea?-

Me giro ante la voz de Enzo, sus manos toman mi rostro, verificando nuevamente que no tenga heridas. Sonrío, acariciando su mano, que cambio cuando su dedo roza mi mejilla.

-Auch- digo- mientras hago una mueca- ¿Qué ocurre?-

-Tienes un pequeño corte- me muestra su dedo con mi sangre en él- debió ser por la explosión, nada grave- sus ojos azules me examinan- ¿Segura que estás bien?-

Asiento

-Sí, el zumbido ya se fue- respondo- ¿Qué hay de ti?-

-No me duele nada, dea- sonríe un poco- me preocupabas más tú-

-Enzo...- digo con contundencia.

Mi esposo besa mi frente suavemente, cierro los ojos ante su contacto.

-Estoy bien, dea- respondo- en serio-

-Siento el cuerpo todavía entumido-

-Es normal, estuvimos cerca de la explosión- suspira- no sé qué hubiera hecho si...-

Antes de que continúe con su monólogo y termine por echarse la culpa, tomo su rostro para me mire. Beso sus labios suavemente, para hacerle saber que estoy aquí.

-Esto no es tu culpa, ¿entiendes?- hablo con firmeza- llegaste a tiempo y ambos estamos bien, es lo que importa-

-Te amo, dea-

Sonrío, antes de darle un pico.

-Te amo, Eros-

Vemos como nuestros hombres comienzan a apagar el auto, las llamas poco a poco se extinguen, hasta que solamente quedan los restos. Escucho a mi esposo suspirar.

-Lo bueno que el seguro está en regla-

-¿Si lo cubre?-

Asiente, mientras se agacha para tomar su teléfono que terminó en el piso, por suerte está intacto. Miramos el daño del auto.

-La ventaja de la cobertura amplia-

-Jefes-

Enzo y yo nos giramos ante la voz de Dante, quien se apresura hasta nosotros con una tableta en la mano.

-¿Están bien?-

Asentimos, mientras que yo paso mis manos por mi ropa para quitarme el polvo y la tierra. Toso un poco más cuando todo entra mi garganta, mi esposo golpea suavemente mi espalda.

-Las explosiones son un asco- espeto- no recuerdo la última vez que estuve tan sucia, creo que fue cuando Rea, me tiró aquel charco de lodo en el orfanato- digo- tenía seis años-

Dolce amoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora