Capítulo 30

26.2K 1.6K 109
                                    

Enzo

Termino de ajustar las correas de cuero en los tobillos de mi esposa a la base de madera, mientras escucho su queja por quinta vez en la noche.

-Esto es injusto- gruñe- demasiado injusto-

Sonrío, levantándome para ver su rostro. Sus ojos azules brillan con más intensidad al deseo y la expectativa de que voy a hacerle.

-Ambos acordamos ceder en esto, dea- le recuerdo- me ataste a la cama dos horas más para hacerme tu esclavo sexual-

Lo cual no es del todo mentira, resulta que mi esposa es muy buena siendo escurridiza. No la había puesto ni dos segundos cerca de la cruz, cuando se fue lejos de mi alcance. Tuvimos una especie de pelea por el poder en el segundo round en la cual, terminé cediendo por segunda vez en la noche y esposado a la cama.

Estamos empatados.

Dea 2

Eros 2

-No te estabas quejando- refunfuña- debí haber grabado en video cada uno de tus gemidos y jadeos- sonríe- los hubiera puesto para mi alarma personal-

Me río por lo bajo, pero sin dejar que eso me desconcentre de lo que voy hacer. Aseguro que las correas estén bien puestas, pero no la suficientemente apretadas para que les haga daño. Gruño, cuando su lengua comienza a pasearse por mi pecho.

-Dea-

-¿Sí?-

Tomo su mandíbula para que me mire, la diversión baila en esos ojos que hacen que me vuelva loco. Paseo mi dedo pulgar por el contorno de su mejilla hasta su labio inferior.

-Deja de hacer eso-

Resopla, lo que me hace reír por lo bajo.

-No quiero- responde, muerde su labio inferior- me gusta el sabor de tu piel, en especial la de tu polla-

Mierda

Bien, eso no debería calentarme como lo hace. Pero su tono de voz ronco a causa de todos los gritos y gemidos de nuestro segundo round, hacen que mi polla se despierte lista por más, por su sonrisa. Goza mucho de saber el efecto que tiene sobre mí, lo cual no me molesta.

Le suelto un sonoro azote en sus nalgas, suelta un chillido de sorpresa mezclado con un jadeo, tira de las correas por instinto para soltarse. Mi sonrisa se ensancha, mientras paso mi mano por su piel, calmando el ardor un momento antes de soltarle otro más fuerte.

-¡Ah!- jadea- eso...-

Acaricio nuevamente su piel, para después pellizcarle la zona con ardor. Se sobresalta y chilla por lo bajo, tirando más fuerte de las correas. Gruñe de frustración al no poder soltarse.

-Sigo diciendo que es injusto-

No respondo, paseo mis manos por toda su suave y blanca piel. Subo por sus piernas pasando su vientre plano el cual se contrae contra mi contacto. Cuando llego a sus pechos, los tomo ambos entre mis manos estrujándolos con cierta fuerza, un gemido bajo sale de sus labios mientras cierra sus ojos echando su cabeza hacia atrás.

Tomo entre mi dedo índice y mi dedo pulgar, uno de sus pezones; estirándolos para retorcerlos suavemente, haciendo que se pongan más duros que una roca. Sus caderas se levantan de forma instintiva despegándose más de la cruz, sonrío.

-¿Decías, dea?-

No dejo de pasar mis manos por su cuerpo, hasta llegar a su coño. Acaricio suavemente su clítoris, mientras deslizo dos dedos en su interior. Su espalda se arquea cuando los doblo, tocando ese punto que la hace delirar.

Dolce amoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora