Capítulo 2

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Enzo Bianchi en multimedia

Después de ver la sala médica donde sería mi nuevo lugar de trabajo, caminamos por los pasillos hasta que nos detenemos una puerta de color negro.

-Bienvenida a nuestra alcoba, esposa mia-

-¿Nuestra?-

-Sí, nuestra- sonríe- eres mi esposa, así que dormiremos como el matrimonio consumado que somos-

-No consumamos nuestro matrimonio- alego, mientras me adentro a la habitación.

-Oh, claro que sí- me mira- las cuatro cajas de condones que nos acabamos de la habitación, lo demuestran-

Ignorando su comentario, miro la habitación del lugar, es bonita lo reconozco, las paredes de color crema, molduras de estilo antiguo, la cama es grande con sabanas de seda negras.

-¿Acaso eso es un espejo en el techo?- digo cuando veo mi reflejo- te gusta admirarte, ¿verdad?-

Enzo se ríe ante lo que digo.

-Sí, todos los días me despierto con mi reflejo de mi hermoso y escultural cuerpo, en especial mi verga- dice irónicamente.

-Los italianos tienen el ego grande, ¿no es así?-

Se acerca hasta donde estoy tengo que alzar un poco el cuello para mirarlo bien, a pesar de que llevo tacones aún así logra sacarme media cabeza. Se inclina hacia mi oído para susurrarme.

-No es lo único grande que tenemos, dea-

Un escalofrío me recorre el cuerpo y sonrío, pero no voy a caer tan fácil.

-¿Sabes que los que poseen gran altura, suelen tener un pene más pequeño?- mi sonrisa se ensancha al ver su cara de sorpresa- ya sabes grandes alturas, pequeños problemas-

-Tú y yo sabemos, que ese no es mi caso, dea-

Siento como el calor de se sube a mis mejillas, el muy cabron tiene razón, el es grande en todos los sentidos. Ahora es su sonrisa la que se ensancha al ver mi reacción.

-Entonces, ¿me lo dirás?-

-¿El qué?-

-Él porque tienes un espejo en el techo-

-Para eso tendrías que acostarte en la cama, dea- sonríe de forma lobuna- tiene un uso especial-

El ambiente entre nosotros cambia, es más eléctrico y cargado de sensualidad, sin ser consciente de lo que hago me quito los zapatos y me acuesto en la cama como él lo pide. Miro mi reflejo sin saber qué hacer.

-¿Es todo? ¿solo me miro al espejo y ya?- exclamo- esto es aburrido-

El cuerpo de mi esposo se cierne sobre el mio tomándome por sorpresa, su boca toma la mía en un fogoso beso suelto un gemido de sorpresa cuando su lengua traspasa la barrera de mi labios, le respondo con la misma intensidad, sus manos se pasean por mi cuerpo y las mías tampoco se quedan quietas las paso por su espalda hasta ese magnífico trasero que estrujo con ansia, cuando nos separamos su frente se une a la mía.

-¿Confías en mí?-

Lo miro a los ojos unos segundos, asiento a su pregunta. Enzo baja sus labios hacia mi cuello depositando besos húmedos suelto un gemido bajo de placer cuando una de sus manos se pierde por mi pantalón hasta mi sexo donde juega con mi clítoris, mis caderas se levantan de forma instintiva hacia su toque, lo siento sonreír contra mi piel. Saca su mano de mi sexo, lo miro frunciendo el ceño sus manos abren con prisa mi pantalón lo baja por mis piernas junto con mis bragas hasta que estoy desnuda de la cintura para abajo, me sonríe de forma sensual antes de que su cabeza se pierda entre mis piernas. Deposita besos en la cara interna de mis muslos, su barba me raspa enviando miles de sensaciones a mi centro. Pongo mis manos en su cabello para guiarlo a donde necesito su toque, en respuesta recibo un azote en mi pierna.

Dolce amoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora