Capítulo 9

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Karla

Miro al hombre que está frente a mí, el consigliere de mi esposo, por lo tanto alguien importante en la mafia. Cuando su mano estrecha la mía, un escalofrío me recorre el cuerpo, no de placer, si no.

Peligro

Los ojos del hombre me examinan de arriba abajo sin pudor alguno, como si no creyera que yo soy la esposa del Capo di tutti capi. Pongo una sonrisa falsa en mis labios y estrecho su mano con fuerza.

-Es un placer conocerlo- digo- mi esposo no me había hablado de usted-

-Con todo lo que ha pasado, se me ha olvidado- escucho decir a Enzo- Dea, el se encarga de la diplomacia con las demás mafias-

-Sí, algo he escuchado- respondo- es bienvenido, señor Costa-

-Grazie, señora Bianchi-

Detallo a Marcello Costa, el consigliere. Debe ser de la edad de mi esposo si no es que más, alto, atletico, cabello negro bien peinado, ojos castaños oscuros, casi negros podrías apostar, ropa y zapatos de marca. Aún así, hay algo en el que no me cuadra, desprende oscuridad y peligro, pero no de la buena o de la atrayente como la de Enzo.

Es algo más peligroso

Tal vez sean ideas mías, no lo sé, rara vez mi instinto falla, pero esta vez estoy segura que ese hombre esconde algo detrás de esa sonrisa relajada. La voz de Enzo me saca de mis pensamientos.

-Dea- lo miro- estaremos en el despacho, necesitamos hablar unas cosas, ¿quieres venir?-

-No, lo siento- digo con una sonrisa- recordé que tengo que ver a varios pacientes- lo beso rápidamente- ya me contarás después-

-Está bien- me sonríe- te veo a la hora de la comida-

-Será un placer asistir, señor Bianchi- lo beso una última vez, y miro al hombre- nuevamente, sea bienvenido, señor Costa-

-El placer ha sido mío, señora Bianchi-

Me retiro de la sala, escucho sus pasos dirigiéndose a la escaleras donde está el despacho de mi esposo, mientras yo me dirijo hacía la sala médica. Hoy no tenía pacientes que ver, pero necesito analizar ciertas cosas y sacarme de un par de dudas, solo alguien puede quitármelas.

-Señora, hoy no tenemos pacientes- me intercepta una de las enfermeras- y los que están aquí, ya fueron revisado y a alguno se les dio el alta-

-Si, lo sé- respondo- pero necesito verificar un par de cosas y hablar con los proveedores para más suministros, estaré en mi oficina por si acaso ocurre algo-

-Muy bien, señora- me sonríe- es un alegría, tenerla aquí, este lugar era un desastre, gracias a su manejo, estamos mucho mejor-

-Me alegra oír eso- sonrío con sinceridad.

Cuando la enfermera me suelta, me dirijo hacia mi oficina, Enzo había pensado en todo acerca de hacerme cargo de la sala médica, tengo mi propio lugar de trabajo y espacio personal, tomo asiento en mi silla, suelto un suspiro, pensando si es o no, buena idea. Al diablo, necesito sacarme de esta duda, tomo mi teléfono y marco un número, a los dos tonos la voz femenina me responde.

-Karla-

Su voz suena adormilada

-Hey, ¿te desperté?-

-No, bueno si- me río- Bianca, nos dio pelea anoche para dormirse-

-Es normal, está recién nacida- me recuesto en la silla.

Dolce amoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora