Capítulo 18

28.7K 1.8K 296
                                    

Karla

Miro el paisaje frente a mí, mis ojos no creen lo que estoy viendo. Una enorme sonrisa sale de mi rostro, el mar está frente a nosotros literalmente a pocos metros.

-Me imaginaba que querrías, estar cerca del mar- escucho la voz de Enzo- por eso pedí que nos cambiaran de habitación y la hicieran más grande para nuestras comodidades- lo miro, señala el paisaje- esta era la más cercana al mar- me mira- ¿Te gusta?-

Tomo su rostro entre mis manos, para besarlo con pasión y dulzura. Gruñe suavemente, me atrae a su cuerpo con cuidado de no tocar los vendajes para no hacerme más daño. Gime, cuando mis dientes muerden suavemente su labio inferior.

-Tomaré eso como un sí- sonríe.

Asiento con una sonrisa. Los latidos de mi corazón se aceleran un poco más, sigo sin creer que Enzo, haya hecho todo esto para mí. Una sonrisa tonta se forma en mis labios, creo que no tiene que caso lo que niegue, estoy comenzando a sentir cosas más profundas por él.

Mi esposo, extiende su mano en mi dirección.

-¿Quieres conocer el resto?-

-Si-

Toma mi mano y ambos salimos al balcón que hay para desayunar, directamente mirando el paisaje. Me detengo un momento, mirando el lugar.

-Quiero desayunar, aquí- señalo la mesa- todas las malditas mañanas, con una café en mis manos mirando el amanecer o en las tardes, leer un libro tomando una copa de vino- su sonrisa se ensancha- mientras veo el atardecer-

Me besa rápidamente, antes de asentir.

-Todo lo que desees, dea- responde- ¿Seguimos?-

Enzo, abre la pequeña puerta del balcón de cristal, que da unas cortas escaleras. Baja con cuidado, tomo su mano para hacerlo igual pero un poco más lento para no perjudicar mi herida.

Suspiro de felicidad cuando mis pies tocan la suave y cálida arena, respiro profundamente para mis pulmones se llenen de brisa del mar. Comenzamos a caminar por la orilla de la playa, mojando nuestros pies con el agua con nuestras manos entrelazadas, el aire mueve mi cabello pero es algo que disfruto.

-Sigo diciendo, que es una mala idea- me río ante su queja- no quiero que nuestra casa, termine siendo un desastre-

-No será malo, lo prometo- digo con inocencia- aparte, es lo más justo que este año me toque poner el lugar-

Me mira y se ríe.

-Mejor yo pongo el alcohol, pero la casa no-

Le doy un codazo lo que hace reírse más fuerte.

-Vamos, es solo un fin de semana, ¿qué es lo peor que puede pasar?-

Arquea un de sus cejas, mirándome con burla.

-¿Quieres que te recuerde lo que pasó hace dos años?-

Chillo con falsa indignación.

-¡Fue una vez!-

Nos reímos fuertemente.

-Tu-me señala- y el grupo de locas, terminaron en los separos en Alemania-

-No fue nada grave- respondo con inocencia con mi mejor sonrisa- fue algo pequeño-

-¿Pequeño?- dice incrédulo- Karla, incendiaron todo el maldito bar-

-¡Culpa mía no fue!- me libero de la culpa, rápidamente- fue la tipa que buscaba pelea con La Diabla y ya sabemos que es lo que pasa, cuando se meten con ella-

Dolce amoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora