Capítulo 31: Crisis

309 38 1
                                    

Bajamos de la parte trasera del auto tomados de la mano. Había prensa en los alrededores del edificio, seguridad de las empresas de Adriano los mantenían a raya, me solté de su mano y me acomodé el cabello, lo miré divertida y comenté algo en su oído, se giró para verme y me besó en la mejilla y yo reí. Entramos al edificio.

Dentro del lugar todo era diferente, todos fingían que no pasaba nada. Era como vivir en una realidad alternativa. Abordamos el ascensor y él por fin soltó un suspiro hondo y una lágrima recorrió su mejilla, me volví abrazar a él, me recibió y hundió su cabeza en mi cuello, con un sonido que solo me dejó saber que aguantaba el llanto, que estaba dolido, pero que sobre todo, tenía miedo.

—Me dejo Sofía ¿Qué voy a hacer? —Lloró quieto.

—Cálmate. Sécate las lágrimas, por favor. Todo se va a solucionar.

—Habla con él —pidió

—No me puedo meter en eso, Adriano.

Se secó las lágrimas y se colocó de nuevo sus lentes de sol, se veía guapo e imponente como siempre conmigo a su lado, caminando como si nada. Su asistente lo saludó nerviosa y él le respondió con una sonrisa fingida. Entramos a su oficina y no tardó en contestar correos, revisaba su buzón de correo electrónico, yo masajeaba sus hombros mientras él revisaba todo.

Tocó a la puerta gente de su comitiva ejecutiva.

—Mi gente de relaciones públicas se ocupará del control de daños, en unos minutos me voy. La maldita prensa esta vuelta loca.

—Adriano, creo que debemos conversar... —dijo uno de los mayores del grupo.

—Mi novia y yo vamos a demandar a esos desgraciados que quieren manchar mi nombre y hacer que mi novia me deje —respondió con firmeza Adriano.

—Adriano. No insistas en ocultar la verdad. Puedes decir eso, pero creo que es mejor que...—insistía uno de los hombres mayores antes de qué Adriano lo interrumpiera.

—Ahora no voy a hablar de eso. Por favor, déjenme solo con Sofía.

Los hombres salieron, y él me sentó sobre su regazo, nos mantuvimos abrazados sin decir nada por un rato.

—Cásate conmigo, por favor, Sofía, hagamos un video de una propuesta súper romántica. ¡Hagámoslo!, sabes que conmigo no te faltará nada nunca, vivirás como una reina.

—Nada más me va a faltar un amor verdadero y una verga. —Rodé los ojos.

—Podrás tener tus amigos de sexo, te los permitiré con mucho cuidado, yo si...conmigo no cuentes para eso, nada que ver...con los hijos, podremos hacerlos en un laboratorio como todos.

Me levanté de su regazo y me le planté de frente.

—¿Hijos? ¿Hijos? ¿Hasta cuándo piensas vivir con esta mentira? Y todos no hacen a los hijos en un laboratorio, los hacen con sexo.

—Sofía, sabes a lo que me refiero. La gente con bastante posibilidades y como yo...

—Como tú. Normales. Acéptate, Adriano.

—Piénsalo, por favor —insistió.

—Me gustaría que me respetaras también. No soy una cosa que alquilas, una moto alquilada. Soy una persona, quieres anularme a mí a cambio de alcanzar tus fines. A cambio de dinero, eso valgo para ti.

—No, eres mi amiga, te lo pido como mi amiga. Olvida el dinero.

—¿Yo no tengo derecho a enamorarme de alguien y casarme, tener hijos? ¿O tirar con toda la ciudad si me da la gana? Quiero mi libertad, Adriano.

—Tú también me dejas —dijo angustiado, lloró de nuevo cubriéndose el rostro.

—Tienes razón, no debería hablarte de eso hoy. Yo acepté. Lo siento. Hoy es sobre ti y Jonás.

—Lo perdí.

—Lo recuperarás. Con la verdad, pero no hablaremos de eso ahora.

Salimos de nuevo del edificio. La gente de Adriano diría que las fotos eran falsas, me jodía que quisiera seguir en su mentira. Él iba a hacer como si nada hubiese pasado, fingir que era un simple rumor. Ya no me sentía cómoda con eso. Su madre llegó a casa junto con Laura y él les dijo la misma mentira que a la prensa, me mantuve a su lado y mentí por él, con él.

Mientras ellas se quedaron con él, recibí en la mansión de Adriano a Eduardo, cerramos negocio, y se mostró muy interesado en hacer todo con transparencia, me aclaró que él y su esposa ya habían finiquitado lo del divorcio y el negocio lo hacía solo con él. Algunas cosas salían bien, otras no. Seguí cuidando a Adriano.

Una chica de lujoWhere stories live. Discover now