Capítulo 17: Un viaje a velocidad luz

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Al día siguiente llegó a mi puerta con cara de borrego a medio morir con una excusa tonta. Lo dejé entrar y le ofrecí bebidas.

—Sé que es si tú quieres que me llamarás, solo estoy aquí por si quieres —dijo.

Reí ante su ocurrencia. Seguí trabajando y lo ignoré. Él miraba un partido en la TV, de tanto en tanto se giraba a verme y seguía con la vista en la TV. Me di un baño y serví cena para los dos. Le avisé que iría a la cama y él dijo que ya era tarde, que me mejor se quedaba conmigo si no me importaba.

Arrancó mi pijama con sus dientes, lo desvestí de prisa, apagué la luz mientras nos revolcábamos en la cama. Entró en mí mientras yo estaba sobre él, agarrada muy fuerte de sus brazos, nuestras bocas se besaban mientras, nos rozábamos los rostros.

Me hizo llegar y lo hicimos más. Así pasó la noche y las siguientes.

Me despertó un golpe en la cara, aparté el brazo de Casio. Seguía dormido y roncaba, esa era nueva, si no dormía en su cama de plumas especial con almohadas anatómicas especiales, roncaba. Se quedó en mi apartamento como los últimos días.

Llevábamos tres semanas de encuentros diarios para solo sexo. A veces estaba muy cansado y solo hacíamos oral, pero insistía en quedarse en mi apartamento. Teníamos una competencia tacita con Paula y Cristian a ver quiénes eran más escandalosos, ellos decidieron hacerlo en el apartamento de Cristian.

—Me gusta que trabajes desde casa. Estás disponible a cualquier hora —dijo cuándo me vio preparándome para ir al baño.

No le respondí nada y entré al baño, me metí debajo del agua de la regadera y escuché que la puerta se abrió, lo escuché orinar y cepillarse los dientes. Salió y regresó, abrió la puerta de la ducha y me miró bañarme.

—¡Por dios! ¿Qué haces? ¡Lárgate!

—Nada que no haya visto, me haya llevado a la boca, y bueno un montón de cosas más —dijo y se metió conmigo debajo de la ducha, me abrazo y recorrió mi espaldas con su manos haciendo movimientos arriba y hacia abajo, me pego de la pared y no dejó de besarme, nos fundimos en besos, caricias y sexo por un buen rato en la ducha.

—¿Por qué no te gusta?

—Por qué es incómodo —respondí.

—Y esto —dijo y lamio mi oreja.

—Loco —grité entre risas y nos quedamos mirándonos de forma extraña como a veces nos pasaba. Desviábamos las miradas y regresábamos a nuestras cochinadas.

—Debo ir a trabajar —anunció —. Voy a la casa por ropa decente, aquí no tengo nada, debería traer un par...

—No ¿Qué te pasa? Esa es otra línea que no debemos cruzar.

—Duermo aquí todos los días —explicó.

—Lo sé, pero ya deberíamos bajarle a eso.

—¿No quieres hacerlo más conmigo?

—No quiero que te quedes más. Lo hacemos, rico, rápido y chao.

Asintió con un gesto de resignación.

—Como digas —dijo serio.

—Y ya va a venir mi menstruación, no puedes estar encima de mí todo el rato.

—Si podemos, yo podría atenderte igual.

Se acercó y rozo mis labios con sus dedos.

—Tu boquita estará activa y mira que yo puedo hacerte ver estrellas si...

—Termina de irte —lo interrumpí.

—Estás de mal humor, debe ser porque viene tu periodo —dijo y terminó de vestirse.

Una chica de lujoWhere stories live. Discover now