Capítulo 3: Entre claro y confuso

553 57 9
                                    

Adriano y yo pasamos el resto de la tarde, hablamos de los detalles, yo estaba loca por llevarlo a las tiendas de lujo, a las joyerías, que me comprara de todo, pero debía ser paciente, el hombre me largaba una aburrida historia sobre su familia controladora y de lo prisionero que se sentía de su vida, él de verdad creía que yo era su amiga, me aburría y después recordaba que era Adriano Bellucci, muy rico y mi novio falso por los próximos meses y le sonreía con falso interés.

—No sabes lo que daría por cambiar de vida con mi hermano, él es libre, yo debí hacerle caso, ahora estoy atrapado y es mucha presión.

—Debe ser muy difícil ser rico, Adriano, te entiendo, una vez me dieron un bono de cinco mil dólares y casi me suicido. —Reí.

—No estás entendiendo nada, Sofía, no te burles, cuando estés conmigo verás a que me refiero, no puedo ser yo...

—Adriano, tienes mucho dinero, poder, contactos, no eres lo que deseas porque no quieres realmente.

—Ni se para que te cuento, no entiendes.

—Pareces un viejo ¿Cuántos años tienes?

—Veintiocho años.

—Naciste ayer, muy joven, eres muy joven para que andes en esa quejadera, cómprame un reloj lindo y se te pasa esa tristeza, anda ven, o un vestido.

Me sonrió ampliamente y accedió, entramos a una tienda de zapatos y me probé decenas, dejó que los llevara todos, sonreía mucho, eso era bueno, si era un raro y triste millonario, que yo lo hiciera reír tenía que ser bueno.

Sin darnos cuenta se hicieron las seis de la tarde, él se sorprendió del tiempo que pasamos juntos, el tiempo voló, almorzamos allí y noté un par de fotógrafos haciéndonos fotos, me sentí como Victoria Beckham, y Adriano parecía un galán, así que no cabía en mí, compré muchas cosas, Adriano reía, dijo que casi me gasté los cincuenta mil dólares esa tarde, temió por su cartera y yo lo regañaba por tacaño. La pasamos bien, yo me divertí y él se distrajo.

—Mañana en mi casa habrá una reunión con mi familia, así te conocerán.

—¿Tan pronto?

—Nada que temer, nos estamos conociendo y vas como mi amiga que potencialmente pueda ser más que eso.

Ese día no dormí, gracias a la cartera alegre de Adriano, compré muchas cosas lindas y tenía bastante de donde elegir para vestir para ir a conocer a su familia, opte por un vestido naranja muy ajustado y sexi, tipo coctel, era un almuerzo familiar. Dormí temprano ese día para levantarme fresca y lucir hermosa.

La alarma sonó y me levanté sobresaltada, mi compañera de cuarto ya había llegado, oí los gemidos y los alaridos en la habitación contigua, no con su novio que estaba, era el casero, al parecer cogía con todas menos conmigo, yo le daba asco.

Es no importaba, yo tenía novio nuevo, no de verdad, lo que no importaba, podía presumirlo. Me dediqué toda la mañana a postear fotos de Adriano y mías, casuales, casi románticas, mientras paseábamos por el centro comercial, le dejaba mensajes cursis. Sonó mi teléfono.

—Creo que voy a despedir a todo mí equipo de relacionistas públicos y me quedaré solo contigo.

—¿Y eso? —Reí.

—Lo que has puesto en las redes sociales esta genial, ¿trabajas en publicidad cierto? Se nota, ha crecido el número de nuestros seguidores y hasta hay una cuenta fan de nosotros —gritó emocionado.

—Lo sé, Adriano, te lo dije, conmigo todo es así, estoy montada en este tren y no hay quien me baje. Soy una chica comprometida al cien por ciento, conmigo nada es a medias.

Una chica de lujoWhere stories live. Discover now