Capítulo 20: La novia de Adriano

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Me puse un traje de lino de chaqueta y pantalón, tacones altos y lucía maquillaje muy discreto. Llegué a la agencia para salir de allí con Augusto y Rodrigo.

—Vamos a Villa Hermosa ¿Lo conoces? —preguntó Augusto.

Asentí con un gesto. Claro que lo conocía y en seguida el nombre de Casio apareció en mi mente, él iba mucho allí, esperaba que ya no tanto, me dije para mí. No me lo había cruzado hasta entonces en casa de Adriano ni en las pocas salidas que tuvimos. Aún no sabía cómo iba a reaccionar al verlo, como me sentiría. Deseaba estar preparada.

Llegamos al lugar en el que me sentí un poco más cómoda al entrar con Rodrigo y Augusto, cuando dijeron el nombre de Fernando Montero, todos los empleados del sitio no trataron diferente, se mostraron más amables y sonrientes.

Nos acompañaron hasta una mesa donde estaba un hombre alto delgado bien parecido, muy blanco de barba y otro más joven, corpulento y más oscuro de piel, guapo. Me acomodé el cabello instintivamente, agradecí que quisiera ponerme bonita, sonreí mentalmente de mi estupidez. Nos acercamos, Augusto y Rodrigo se saludaron con confianza con los hombres que se giraron a verme.

—Sofía, él es Fernando Montero —dijo y señaló al moreno —, y su socio Eduardo Villalba.

—Encantada —saludé estirando la mano. Villalba me saludó con expresión muy seria, pero Fernando Montero me sonrió dejándome ver sus dientes alineados y sus ojos verdes. Moreno de ojos verdes. ¡Santísimo! Y está buenísimo.

—Mucho gusto Sofía, te conozco por las redes, eres la novia de Adriano Bellucci —dijo Fernando sin quitarme la vista del encima y sin soltarme la mano.

«Ah, eso Sí, era la novia de Adriano», casi se me olvidaba ese detalle. Nos sentamos y Villalba se mantenía muy serio y elegante mientras Fernando acomodó su silla junto a la mía, se vio más accesible.

—Sí, Adriano es mi novio.

—Deberías presentarnos con él —dijo el moreno.

—Fernando —lo regañó Villalba.

Todos rieron, menos Villalba y yo.

—Todos quieren conocer a Adriano, es una tentación conocer a Sofía, queremos que lo presente —dijo Rodrigo en tono adulador.

Rodé los ojos mentalmente. Conversamos sobre la campaña que esperaban y otros temas, observé que, aunque inicialmente Fernando me pareció muy atractivo, el halo de misterio alrededor de Eduardo Villalba me atraía más. Siempre me van a gustar los chicos malos para coger y los chicos buenos con trabajos decentes y futuro para que sean mis novios. No quiero pasar necesidades y mi mente hace esas proyecciones estúpidas, en esas ridiculeces pensaba cuando escuché que Fernando aplaudió rápido y soltó una carcajada.

—Pero aquí está Adriano, aprovechemos —dijo contento mirando hacia la puerta.

A Adriano no le gustaba ir a Villa Hermosa, si alguien había cruzado esa puerta solo podía ser Casio, suspiré nerviosa y me giré a ver. En efecto era él con Rosario y un grupo de personas más. Nuestras miradas se cruzaron y él se quedó estático, fui yo la que desvió la mirada y regresé la vista a la mesa.

—Ese es, Casio Bellucci, no Adriano —dije cortante.

—¡Oh! es que son gemelos, son idénticos —observó Fernando —Igual si nos lo puedes presentar.

«¡Qué insufrible el maldito! ¿Va a seguir?» Me pregunté. Sonreí en su dirección haciéndome la desentendida. Rodrigo abrió mucho los ojos sobre mí y me provocó gritarle que ya no era mi jefe y que se dejara de estupideces, pero después me acordaba de que era mi cliente y me lo pensaba mejor. Tragué saliva y miré hacia su mesa, él aún mantenía sus ojos sobre mí, Rosario me notó y me saludo con una sonrisa, la vi levantarse y hacer seña a Casio.

—Aquí vienen —dije. Los imbéciles celebraron.

Casio se veía pálido e incómodo, Rosario me sonreía. Me levanté y la recibí con un beso en la mejilla y un abrazo, igual a Casio, su contacto ardió en mi piel, sentir su olor borró mi sonrisa falsa y cerré los ojos brevemente, no esperaba que me doliera así. Ignoré ese sentimiento y los presenté.

—Ellos son, Casio Bellucci y Rosario Madrigal.

Conversaron y se presentaron enseguida. Pronto comprendí el interés de Montero, había adquirido una pequeña empresa que se dedicaba a lo mismo que las empresas de Adriano, quien era el líder del mercado. Casio le aclaró que nada tenía que ver con los asuntos de negocio de su hermano.

—Al menos puedo decir que te conozco. Si quisiera una cita con él, ¿podría llamarte? —insistió Fernando Montero.

—Pero sí aquí tienes a su novia, ella lo ve más que yo, son una pareja tan compenetrada —soltó con amargura.

«¡Ouch!»

—Sí, la estamos convenciendo de que nos presente a Adriano —dijo Rodrigo.

—Ya, la están acosando. Ella no debe haberse sentido cómoda de que desde que llegó solo le insistan con el asunto de que les presente al novio —dijo con firmeza Eduardo Villalba.

Levanté la mirada y le sonreí discretamente, él me dedicó una mirada dulce. Miré a Casio y observó todo con expresión adusta. Miró a Villalba sin decir más se despidió. Continuó nuestro horrible almuerzo. Quede estática, el contacto con la piel de Casio me dejó mal, aún sentía su olor por encima del de la comida servida. Sentía que mis mejillas ardían. Suspiré y sacudí la cara. No me podía permitir eso.

Una chica de lujoWhere stories live. Discover now