Capítulo 10: Tentación

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Adriano me recibió con un beso en la mejilla, nos sacamos algunas fotos, yo temblaba de la rabia por mi encuentro con Casio, también estaba un poco caliente por lo mismo, él regreso a la mesa y todos lo ignoraron como siempre, sus hermanos apenas lo miraban.

—Deberíamos ir a la playa —propuso Laura.

—¡Sí! —gritaron varios.

—Sé que querías trabajar, pero ¿Me dejarás solo? —preguntó Adriano.

—¿Y tú quieres ir?

—Sí ¿Por qué no?

—Te quejas todo el tiempo de lo miserable que es tu vida, yo no veo que sea miserable en lo absoluto.

—¿Tú qué sabes? —me preguntó en voz baja al oído. Se giró con brusquedad.

—¿Qué te pasa, Adriano? Todas las estás pagando conmigo.

—Pues para algo debes servir ya que tu trabajo no lo quieres hacer —me dijo.

No aguante y comencé a llorar, no entendía porque se portaba así conmigo. Salí de la discoteca casi a la carrera, tomaría un taxi, no me importaba nada. No me despedí, lo oí llamarme y caminar detrás de mí, me alcanzó afuera frente a la puerta de la discoteca, justo donde nos conocimos.

—Lo siento. No te vayas, lo siento, es que, si estoy en medio de cosas, solo quiero evadirme un rato, reconozco que si la he pagado contigo.

—No me pagas lo suficiente para aguantar malos tratos, Adriano, me es muy difícil estar en algo si me tratan mal, no puedo...

Me abrazo a él, acarició mi cabello con delicadeza. Besó mi frente.

—Perdóname, estuve mal en el auto y estuve mal ahora adentro. Lo siento.

—No me digas que lo sientes, limitémonos a hacer lo que vinimos a hacer, déjame hacer mi papel y no pretendas ser mi amigo, porque no lo eres, eres mi cliente, mi jefe, no sé qué eres, sé que no eres mi amigo. Voy a esperar aquí afuera —dije con seguridad. Me crucé de brazos, me limpié las lágrimas y aspiré el aire de la noche para tragarme el nudo de mi garganta.

Su mirada fue confusa y triste, hizo un gesto para reprimir el llanto, bajo la cabeza y asintió, se fue cabizbajo. No me importaba que fuera Adriano Bellucci, dueño del mundo, no importaba cuanto lujo podía darme, humillaciones no iba a aguantar.

Debía terminar con ese asunto del acuerdo. Sentí una mano en el hombro, me giré sacudiéndola, pensé que podía ser Adriano de nuevo, era Casio, puse los ojos en blanco y me giré de nuevo, terminé de secar mis lágrimas y aspiré el aire de la noche de forma profunda.

—Actuaciones dignas de premiación. Los novios discutiendo. Todos se lo creyeron, adentro está diciendo que has estado celosa de no sé quién y todos lo animan a que te contente. Patéticos, los dos.

—No es tu asunto, Casio.

—Quizás no, pero soy entrometido ¿Qué pasa?

—Nada que sea tu problema o que tú puedas solucionar.

—¿De verdad te enamoraste de mi hermano? Quien es homosexual ¿Lo recuerdas? —inquirió sarcástico.

—¿Por qué no sacas una canción y la cantas para que todos te oigan y se enteren?

—Eso le toca hacerlo a él, no a mí.

—Exacto.

—Quizás el que te gusta sea yo y estás confundida, a mi sí que me van las chicas, yo te atiendo si quieres...

Se ganó la segunda bofetada de la noche en menos de media hora, se sobó la mejilla sonriendo. Soltó una carcajada sonora.

—Has debido pegarme en la otra, para emparejar, ahora se debe notar más que tengo una mejilla roja y la otra no.

Una chica de lujoNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ