Capítulo 28: De regreso

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Regresé del viaje a las Bahamas con un broceado de lujo, sintiéndome una estrella de rock. Los chicos me consintieron, les di su espacio y ellos me trataron como a una princesa, nos divertimos mucho juntos también. Ni pensé en Casio, no mucho. Cuando abrí la puerta de mi apartamento conseguí a Cristian que revolvía todo, con cajas, artículos decorativos, flores y chucherías.

—Cristian, eres un casero invasor de espacio. El peor y no creas que no te voy a reclamar que dejaras entrar a Casio como si esta fuera su casa —le grité molesta.

Me miró sorprendido y avergonzado, miró a los lados, respiró hondo y se pasó la mano por el cabello.

—Lo siento, tengo una explicación, y en cuanto a Casio, no te hagas, que él vivía metido aquí.

—Terminé con él y tú le abriste la puerta.

—Yo no tenía como saberlo. No le abrí el día que vino a despedirse.

—¿Despedirse?

—Sí, la semana pasada, se va a Australia a vivir porque...algo de sus negocios, no entendí mucho.

Sentí que el pateaban el estómago y el corazón. Casio se fue. Vino a despedirse de mí, yo lo vi y me escondí como una ridícula, no me comporte como una persona adulta normal.

Solté un suspiro hondo y comencé a llorar, me eché en el sofá cubriéndome el rostro, toda la felicidad y alegría de los días en las Bahamas se ensombrecieron con la noticia de que Casio se fue.

Estuve a escasos metros de él y lo dejé irse, sin que se despidiera de mí. Quizás fue lo mejor, pensé también. «Lo amo, no tengo dudas, lo amo y me hace falta, tal vez no habría sido fuerte lo suficiente para dejarlo ir sin decírselo». Cristian se sentó a mi lado y comenzó a hacerme cariños en el brazo, con el control remoto del televisor. Lo miré sin poder creerlo.

—¿Es en serio? No eres un humano normal ¿No puedes abrazarme? —inquirí.

—Lo siento, no me gusta mucho el contacto físico.

—¡Ay! Por como vives montado encima de Paula no lo habría adivinado.

—Sabes a lo que me refiero.

—No sé —dije y me cubrí el rostro de nuevo.

—Por cierto, que mal que estés triste y eso... puedes no decir nada de esto. Paula, vuelve hoy en la noche y quiero sorprenderla, y si no estuvieras aquí sería mejor, te puedes quedar en mi apartamento, pero no uses mi baño.

Rodé los ojos, y le di un ligero empujón. «Qué descaro el de él»

—A Paula no le gustas más que para lo que ya sabes, ni te hagas ilusiones.

—Cómo estás ardida porqué te dejaron me quieres arruinar los planes y herirme —gritó y se levantó ofuscado.

—¿Herirte qué? Tú no tienes sentimientos.

—¿Tú sí? Andas con los dos hermanos, te los tiras a los dos, dejas ir al que te gusta porque eres una cobarde egoísta —gritó.

—Tú no sabes nada Cristian. No opines.

—No opines tú de lo mío con Paula.

—Lo siento —dije secándome las lágrimas—. Si te odio un poco porque eso que haces por ella quisiera que lo hicieran por mí.

Me miró con extrañeza.

—¿Ahora quieres experiencias de pobre? Estás llegando de las Bahamas, Adriano te consiente con lujos, Casio con su polla, no entiendo. Admito que Casio parece un tipo un poco tosco, pero quizás por eso se nota más que está enamoradito de ti.

—Eso. Que no entiendes. Y si, sé que me quiere, estoy muy complicada.

—Claro, entiendo si sales con los dos.

—Ya, no importa ¿Dime como te ayudo con Paula? —pregunté para cambiar el tema.

De pronto me di cuenta de que todo lo que vivía era muy ridículo y absurdo para explicar, para Cristian me cogía a los dos hermanos y era una zorra infiel, la verdad era peor, estaba alquilada por Adriano y me veía con su hermano. Me enamoré de su hermano.

Organicé mis cosas en la habitación y recogí todo. Cristian no disimulo su alegría cuando le dije que había aceptado ir a vivir con Adriano, aunque que no le entregaría el apartamento, quería continuar pagándolo por un par de meses más, de eso tendría que hablar con Paula.

—Cómo quieras, Sofía. Lo importante es que estaré libre de tu presencia.

Organizamos todo para que el la recibiera con una cena romántica, flores y su petición oficial de noviazgo, casi vomito de tanta cursilería que me tocó presenciar, me divertí con él armando todo, sobre todo porque se veía genuinamente feliz y despreocupado, no tenía complicaciones en su vida, lo peor que podía pasar es que ella le dijera que no.

Increíblemente, la posibilidad de que le rompieran el corazón a Cristian me parecía menos mala que la mía, donde estaba segura de que me querían y yo correspondía igual, no estábamos juntos y veía muy difícil y complicado que lo estuviéramos.

Recogí mi maleta y me despedí de Cristian con un abrazo. Lo obligué.

—Explícale a Paula —le pedí.

—Está bien, créeme que lo menos de lo que hablaremos será de ti.—Besó mis mejillas y me fui.

Llegué a casa de Adriano y él no estaba, estaría con Jonás ese día, me instalé sola y triste en la habitación que me asignó, pase el resto de día con la organización de las cosas en mi nueva oficina. Coloqué la impresora, instalé los monitores, ahora no me parecían tan pesados sonreí recordando a Casio cargarlos e instalándolos. Me odiaría, me iba a odiar cuando supiera que acepte la oferta de Adriano.

Una chica de lujoWhere stories live. Discover now