Capítulo 11: Sin caer en la tentación

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Trabajaba el sábado por la noche en mi casa, encerrada, me levanté tarde por la salida con Adriano. No hablamos el resto del día, Jonás me confirmó que con él también estaba raro, decidí que él era un malvado con todos y no me lo tomaría personal.

Tocaron a la puerta y fui a abrir. Quede congelada, ahora sabía que no era Adriano por su corte de cabello y tatuajes. Llevaba una franela blanca y un pantalón de mezclilla.

—¿Qué haces aquí? —pregunté.

—Se me ocurrieron unas ideas para la campaña de mi compañía ¿Podemos discutirlas?

—Es sábado y son las 8:00 de la noche.

—¿Qué haces?

—Trabajo.

—Perfecto —dijo y me apartó de la puerta, traía cosas en una bolsa y pasó arrollándome.

—Casio, no te dejé pasar a mi apartamento.

—Entendí que sí.

Puso las cosas sobre la mesa sobre la que yo trabajaba, dejó a allí pizza, helado, chocolates, hamburguesas. Yo lo miraba anonadada.

—¿Estamos solos? —preguntó y lanzó una mirada a la habitación de Paula.

—Sí, y debes irte.

—No me iré. Siéntate.

—¿Qué quieres? No tengo tiempo para tus juegos. De verdad que no.

—Podemos lanzar la marca de un laboratorio que crea productos de belleza y unirlo luego con las clínicas, tengo un laboratorio que hace productos de belleza, ¿sabías?

—Sí.

—¿Harás eso?

—Casio ¿Qué haces aquí? No puedo trabajar con tu campaña ahora en medio de mi cocina un sábado, arregló asuntos administrativos de trabajos cerrados.

Se acercó, se puso justo en frente de mí, como yo estaba descalza me llevaba unos quince centímetros, se veía agitado, su mirada estaba perdida, pero se concentró en la mía, sudaba y se veía nervioso, me preocupé, no sabía qué hacía allí y parecía no escucharme. Comencé a escuchar el sonido de mi propio corazón acelerarse.

«Maldito Casio».

Me tomó por las caderas y me atrajo hacia él, posó sus labios sobre los míos, él estaba frio, sus labios se sentían cálidos, sus labios atraparon los míos y cedí, me aferré a sus brazos y me entregué a su beso, gemí y me maldije por puta, su nariz estaba sobre mi cara cerca de la mía, oía su respiración y sentía el aire tibio que emanaba, su lengua comenzó a acariciar la mía con suavidad.

Lo sentí recorrer mi espalda con ambas manos, las subió desde mi cadera, ladeé la cabeza y nuestro beso se hizo más profundo, sentía sus manos frías contra mi piel, jadeó sobre mi cara, quería besarlo, si, lo había deseado, no podía dejar que aquello continuara solo sería un beso, me estaba acariciado la espalda de una forma muy sensual, no llevaba sujetador cuando lo noto me pego a él con más fuerza, mis pechos pegaron contra su franela y sentí mis pezones ponerse duros.

Metí mis manos debajo de su franela y acaricie su abdomen y su espalda, lo imite y subí mis manos por su espalda, su piel se sentía fría, su cuerpo era todo músculos, no soltábamos nuestras bocas, el beso se hizo más apasionado y sensual, gemíamos y jadeábamos, se negaba a soltar mi boca.

Bajó sus manos y las metió por dentro de mi pantalón de mezclilla, atrapó mis glúteos desde esa posición y los masajeó con fuerzas con las palmas abiertas, gemí y me revolví contra él, me aferré a su espalda, por fin soltó mi boca y besó mi cuello, con un beso tan suave y sensual, bajo hasta mis pechos y los besó sobre la franela, atrapó mis pezones sobre la tela, lo sentí pasar su lengua y volvió a mi boca.

Una chica de lujoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora