Capítulo 15: Otro tipo de acuerdo

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Me miró, sonreía. Pensé que será muy descarado. También pensé que se veía sexi y que me quería coger a ese maldito vago. Me mantuve seria.

—Si te cuento lo que me pasó, no me lo crees —dijo, abrió mucho las manos ante mí.

—Ni creas que me importa, no tienes que darme explicaciones, gracias por la intención, pero puedes irte.

Se acercó más a mí y su perfume invadió mis sentidos, dejé la cámara sobre la mesa del comedor y me senté, acomodé las cosas sobre que tenía revueltas allí para disimular mi turbación.

—Me detuvieron ayer.

Reí ante su excusa.

—Es en serio ¿No me crees?

—No, no importa Casio, no llegaste. Adiós. Hasta más nunca.

—¿Por qué me bloqueaste? En tú teléfono.

—¿Se nota que te bloqueé?

Puso los ojos en blanco.

—Déjame, justo ahora no tengo tiempo para atender casos sociales —dije, él rio.

Se acercó y apoyo sus manos sobre la mesa rodeándome con sus brazos, puso su barbilla sobre mi cabeza. Su olor me tenía a punto de desmayo. Olía riquísimo el maldito y se notaba que acababa de bañarse.

—Te tengo ganas desde hace rato, tú me tienes ganas desde hace rato. Vamos a sacarnos las ganas ya de una vez pues —soltó sin más.

—¿Qué romántico eres?

—Ah ya, es que quieres noviecito, yo pensé que querías sexo. Como tienes tiempo sin hacerlo —susurró en mi oído y toda mi piel se erizó, mis pezones estaban duros y agradecí que la chaqueta que llevaba era gruesa.

—Una cosa nada tiene que ver con la otra. No quiero un novio, tampoco lo hago con cualquiera.

—No soy cualquiera, me deseas. O usas esas aplicaciones donde lo hacen con desconocidos. ¿Eso quieres?

—Te agradezco mucho la preocupación por mi vida sexual, pero si ya te dije no, es no Casio Bellucci.

Se levantó y rodeo la mesa, se sentó frente a mí con expresión burlona.

—Yo creí que ya que no teníamos el asunto de Adriano de por medio podíamos ser más nosotros y hacer lo que quisiéramos.

—Te voy a desbloquear, cualquier noche de estas, si quiero, te llamo. Tendrás que aceptar.

—Hecho. Yo también, si quiero...

—No —lo interrumpí —,solo si yo quiero.

—Ya veo. Qué dictadora —respondió y me siguió con la mirada.

—Es que debes querer hacerlo como veinte veces a la semana y yo trabajo. Yo no tengo tanto apetito.

Se echó a reír a carcajadas.

Me levanté y comencé a ordenar las cosas que había comprado en internet para instalar mi nueva oficina. Levanté una impresora y él me miró curioso, no preguntó nada. Me costó cargar dos monitores, pesaban más y le hice un gesto con la cabeza para que me ayudara, él negó con un gesto.

—Las mujeres querían igualdad de género, yo respeto eso. Respeto que eres igual que yo y sé que puedes con eso.

—Desgraciado. Respeta que soy igual a ti y que tampoco tengo tanta fuerza como tú —dije y le rodé los ojos.

Se levantó y me apartó, los cargó él y hasta terminó instalándolos.

—¿Y esto? —preguntó.

—Deberías irte, ya te llamaré luego para ya sabes qué. Por ahora debo trabajar.

Una chica de lujoحيث تعيش القصص. اكتشف الآن