Capítulo 1: La prepago

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Fui al baño del club porque sentía que si no me deshacía un poco del licor que había consumido terminaría muy ebria en la cama de cualquiera, que falta que me hacía porque desde que terminé con Robert no lo hacía con nadie más y de eso hacía ya ocho meses, el estúpido no me importó, darme cuenta de que mis amigos eran más amigos suyos que míos, fue lo que me dejó dolida.

Salí hacía la barra y las chicas con las que salí esa noche bailaban en la pista, solas, «que patéticas», yo era tan patética como ellas. Los hombres a esa altura ya habían decidido a quien se llevaban a la cama o muy borrachos declarándose su amor entre ellos, recogí mi cartera y decidí que tomaría un taxi y me iría.

Le hice señas a las descerebradas que andaban conmigo y me dijeron que estaba bien, ninguna se preocupaba por mí, me di cuenta de que no tenía muchas amigas, la chica con la que compartía el apartamento era la única que se medio preocupaba por mí. Yo y mi necesidad estúpida de atención, a veces me odiaba por sentir esa necesidad.

—¡Cuidado chica! —me dijo un hombre alto bien parecido cuando mi cuerpo delgado chocó contra el suyo.

—Disculpe. Lo siento —mascullé.

—¿Te vas ya?

—Sí ¿No ves?

—Bueno, sí, veo, está bien, si quieres podemos irnos juntos ya.

—¿Irnos juntos? ¿A dónde?

Estaba ebria, trataba de que mis palabras sonaran como las de una persona sobria, ebria y sola en un bar, iba de salida y me cruzaba con un hombre, tenía mis sentidos despiertos lo suficiente para tener cuidado. Estábamos justo en la puerta de la discoteca.

—Al hotel.

«O me confunde con alguien o... ¡Oh, no!»

—¿Cree que soy una puta? Loco...

—Disculpa, no ¿No eres Alexa? —preguntó con cara de angustia, se puso pálido.

—¿Alexa? No baboso, me llamo Sofía, nombre de mujer decente, no tengo ese nombre de stripper, desquiciado.

Sentía como las venas me ardían de pura rabia, advertí una punzada en el lado derecho de mi cabeza.

—Está bien lo siento, pensé que eras mi chica —se disculpó entre tartamudeos.

—¿Su chica? ¿Y no sabe cómo luce su chica? Ah ya, es que las compra. Prepagos, me confundió con una prepago.

Eso hirió mi ego porque yo vestía un vestido fucsia muy corto de una tela de licra que hice coser para imitar un Versace y él dijo que parecía una chica de la mala vida; por el otro lado, las mujeres que trabajan de eso y cobran por adelantado y caro, las famosas prepagos, lucen como unas diosas pintadas a mano a punta de cirugías plásticas, todas hechas, yo en cambio, soy toda natural. Quedé confundida.

—Lo siento. —Se alejó.

—¿Era una excusa para abordarme? —grité.

Se giró a verme confundido.

—¿Cómo?

—No parezco una prepago, no me diga eso, dígame que usó esa mala excusa para venir hablar conmigo e intentar ligar —grité, aunque estaba muy cerca. Se quedó mirándome con cara de confundido.

Sentí un mareo intenso y el estómago revuelto, me llevé la mano a la boca, no podía contener las arcadas, comencé a vomitar como loca, no pude detenerlo, ni siquiera lo vi venir, estaba muy ebria, más de lo que me hubiese gustado, pensé que no había bebido tanto, no quería arruinar mis zapatos de marca que me costaron cuatro meses de sueldo, el hombre se acercó más.

Una chica de lujoHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin