Redención (Parte I)

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Un suave cosquilleo en el rostro comenzó a despertarla

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Un suave cosquilleo en el rostro comenzó a despertarla. A medida que los segundos pasaban, Claire percibió cómo unos cálidos y fuertes brazos la rodeaban por la cintura. A la vez, recibía suaves besos y caricias por hombros, cuello y cara.

—Buenos días, Kitty-Kat —susurró la voz de un Evan remolón.

Claire recordó entonces todo lo que había pasado el día anterior. Pasaron una tarde genial entre arrumacos, risas, caricias y fogosos besos para luego dedicarse una noche de pasión en la que pareció que ambos quisiesen recuperar el tiempo perdido. Y Claire no podía creerse que aquel hombre estuviese tratando de despertarla con tanto mimo y amor.

—¿Qué hora es? —preguntó la joven con la voz ronca mientras se estiraba entre los brazos del moreno.

Él, tras alargar su cuerpo y desbloquear la pantalla de su teléfono móvil, volvió a acurrucar a Claire entre sus brazos. No parecía tener la intención de soltarla en un buen rato, y es que a pesar de que nunca antes se había considerado alguien cariñoso o romántico con sus parejas, con ella tan solo le salía ser de aquel modo.

—Son las doce del mediodía.

—¡Mierda! —se alarmó Claire, tensando su cuerpo y sintiendo algo de dolor, todavía, en sus costillas.

—Calma, amor —dijo Evan entre risas—. Tú estás de baja y yo hoy no trabajo, así que no hay ningún tipo de prisa —aclaró besando el cuello de la castaña, regalándole deliciosos escalofríos que la hicieron despertar del todo.

El trabajo. Las alarmas de Claire y la vuelta al mundo real parecieron golpearla de pronto. Las dudas volvieron a su mente y Evan lo notó al sentir cómo se tensaba bajo sus brazos. Al mirarla, la vio pensativa mientras miraba a través de la ventana. Estaba claro que algo la preocupaba de repente.

—¿Qué pasa? —quiso saber el joven.

—No te irás a Newcastle, ¿verdad?

Evan sonrió con ternura al identificar el recelo con el que había pronunciado aquellas palabras. Acercó sus labios a la suave mejilla de Claire y le dio un sonoro beso que la hizo volver a sonreír.

—Claro que no me voy a ir, Claire. Ya no —aclaró.

—¿Pero, y el trabajo en el Royal Victoria? ¿Qué pasa con eso? ¡Ay, Dios! ¡Seguro que ya tenías hasta apartamento y este lo habías dejado ya! No querría que tuvieras ningún problema en tu carrera por quedarte conmigo. —Las dudas y la inseguridad eran las únicas dueñas de sus palabras.

—Iba a firmar la renuncia en el Saint Thomas antes de irme a Newcastle y allí todavía no había firmado el contrato —explicó Evan, tratando de tranquilizarla—. Tendré que hablar con mi jefa y quizás me lleve una bronca por marearla tanto, pero estoy seguro de que me readmitirán en el Saint Thomas.

De hecho, le habían insistido para quedarse y las últimas palabras tanto de su jefa como las del director del hospital fueron que podía volver cuando quisiese. Quizás era demasiado pronto para ello, pero no dudaba de que, como mínimo, le darían el puesto que, en teoría, iba a dejar.

Siete vueltas al solWhere stories live. Discover now