Concept Agency (Parte I)

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El primer día como gestora de la sede británica de Concept Agency llegó con rapidez

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El primer día como gestora de la sede británica de Concept Agency llegó con rapidez. Claire se despertó dos horas antes de que sonase la alarma, incapaz de volver a conciliar el sueño. Empezaba a trabajar aquella misma mañana y tenía los nervios a flor de piel, por lo que decidió darse una ducha relajante, arreglarse con calma y practicar frente al espejo del baño el discurso de presentación que daría a los trabajadores de la nueva oficina. Quería causar una buena impresión, aunque sabía que aquella empresa, pese a ser absorbida por Concept Agency hacía pocos meses, llevaba en funcionamiento casi cinco años.

Claire no era para nada ingenua, así que imaginaba que, quizás, algunos trabajadores pudiesen verla como una «intrusa» que llegaba para cambiarles las cosas. Peter no andaba tan desencaminado, quizás, aunque en realidad fue él quien le metió aquella idea en la cabeza.

Una de las cosas que más ilusión le hacía de aquel día era estrenar uno de los conjuntos que se compró en Manhattan cuando supo que iba a ascender a gerente, así que para su primer día escogió ponerse un bonito y elegante body negro con hombreras de manga larga, que contaba con un sutil escote de pico que adornó con un collar de cadena de oro. Combinó aquel body con una falda de tuvo de color blanco roto con un ligero estampado de cuadros en un tono gris que a penas se apreciaba, pero que le daba ese toque a la prenda que tanto la había enamorado cuando la vio.

Se realizó un bonito recogido en el pelo, pues Claire bien sabía que aquel tipo de peinados le sumaban seriedad —y unos cuantos años— y finalizó su look con unos pantis transparentes, unos zapatos de tacón de aguja de Stuart Weitzman negros y un bolso Armani del mismo color. Como buena amante de la moda y trabajadora del sector, puso toda la carne en el asador para aquel nuevo comienzo.

Pese a todo lo que trató de demorarse, estuvo lista con bastante tiempo de antelación. Corrió la cortina del salón para poder ver qué le deparaba el cielo que, para variar, estaba nublado. También había bastante niebla. Debía volver a acostumbrarse a la humedad de la ciudad londinense y a llevar siempre un pequeño paraguas en el bolso, pues se podía poner a llover en cualquier momento.

Claire vio justo en frente del edificio cómo una cafetería comenzaba a servir algunos desayunos a las pocas personas que había, así que decidió ponerse el abrigo, los guantes y bajar para regalarle a su estómago un buen inicio de jornada.

A aquellas horas tempranas de la mañana hacía mucho frío, pero no pudo resistirse a sentarse en una de las mesas que había en la pequeña terraza de la cafetería, desde la que había unas vistas increíbles del London Eye y del Támesis. Por suerte, cada mesa contaba con una estufa de pie que la ayudó a entrar en calor enseguida.

Claire vio que la única camarera que parecía estar sirviendo y tomando nota estaba ocupada preparando un par de cafés, así que aprovechó para volver a repasar el discurso que había ensayado para cuando estuviese frente a sus nuevos colegas, trabajadores de los que sería la jefa y responsable desde aquel mismo día.

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