Recuerdos (Parte II)

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Claire seguía adentrada en sus recuerdos cuando escuchó la vibración de su teléfono móvil sobre la mesilla de noche

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Claire seguía adentrada en sus recuerdos cuando escuchó la vibración de su teléfono móvil sobre la mesilla de noche. Cuando lo alcanzó, se dio cuenta de que ya era la hora de comer y se extrañó de que su madre no la hubiese avisado todavía.

Quien la llamaba era Peter. Habían podido hablar el primer día después de la fiesta de bienvenida, cuando llegó a la habitación, se metió en la cama y estuvo tranquila, pero desde entonces a penas habían vuelto a intercambiar algún que otro mensaje. Al parecer, Peter estaba muy atareado con un nuevo proyecto empresarial y estaba de sol a sol en la oficina. Eso, más la diferencia horaria, les había hecho algo difícil hablar.

—Hola, cielo —saludó Claire en cuanto descolgó.

—Buenos días, cariño —respondió este—. Espero que no te pille comiendo con tus padres o algo así.

—No, tranquilo. ¿Qué hora es allí?

—Las ocho de la mañana. Estoy a punto de entrar al trabajo, pero te llamo para hablar un rato contigo. Te echo de menos.

Claire no pudo evitar sonreír. Aquel tipo de romanticismo era bastante poco habitual en su chico, así que supo que si lo decía era porque realmente así lo sentía. No es que ella no le hubiese echado de menos, pero había estado tan ocupada desde que llegó que a penas le había dado tiempo a pensarlo —aunque tres días tampoco eran tanto—.

—Y yo, Peter. Tengo muchas ganas de que vengas y podamos pasar una semana juntos aquí. Sé que no sería la primera vez que vienes a Londres, pero cuando hemos venido siempre ha sido para estar con mi familia en Navidad y nunca hemos podido disfrutar de la ciudad los dos solos —comentó ella, mirando al techo y sonriendo al imaginarse caminando de la mano de su novio por la ciudad.

—Sí, será genial. ¿Cuándo te vas al apartamento? —quiso saber el chico— No me gusta demasiado la zona en la que está, pero al menos te queda cerca del trabajo.

—¿No te gusta Southbank? ¡Pero si es increíble! Hay mucha gente joven y, a pesar de ser un barrio muy céntrico, es tranquilo y muy seguro. Además, hay tanto arte que será inspirador vivir allí.

—Bueno, ya sabes que ese no es mi estilo. Pero bueno, el piso no estaba tan mal —comentó Peter, aunque seguía sin agradarle el barrio en el que su novia viviría durante un año. Creía que ella merecía mucho más que un barrio bohemio como aquel.

—Ya verás. Seguro que cuando pasemos una semana allí y conozcas bien cómo es te llevarás una idea diferente.

—Veremos... en fin ¿cómo estás? ¿Has hablado ya con los de la empresa? —quiso saber. Como siempre, los asuntos laborales eran los que más le interesaban.

—He intercambiado algunos correos con los responsables, pero hasta el lunes no me presentaré allí para empezar. ¡Quedan solo unos días y me muero de ganas! —exclamó ilusionada.

Siete vueltas al solWhere stories live. Discover now