¿Vecinos? (Parte I)

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El ambiente era electrizante

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El ambiente era electrizante. A diferencia de la mañana en la que se encontraron en aquel aparcamiento, parecía que a ambos les costaba mirarse o entablar una conversación. Claire no sabía exactamente qué decirle o cómo mirarle, mientras que Evan buscaba desesperadamente algo que pudiese relajar el ambiente y a ella, a quien veía de verdad contrariada con la situación. Temía que no estuviese cómoda con el hecho de volver a ser vecinos, al contrario que él.

Se dio cuenta entonces de cómo iba vestida, fijando su mirada en su cuerpo, percatándose de cómo aquel peto vaquero se ceñía a su cintura y a sus pechos. No era el momento para fijarse en algo así, pensó, pero no lo pudo evitar.

—Hasta de mudanza te vistes con estilo, ¿eh? —acabó comentándole él, golpeándose por dentro al haber dicho aquello y arrepintiéndose enseguida. Sin embargo, pareció desviar la atención de Claire de sus pensamientos y consiguió que dejase de darle vueltas a lo que él sabía que eran miles de preguntas.

—Gracias, pero en realidad es ropa vieja que encontré en el armario de casa de mis padres —explicó ella, cogiendo la tela de los pantalones para estirar un poco de ella mientras se miraba los pies.

—¿En casa de tus padres? ¿De cuando tenías dieciocho años? —cuestionó el moreno, creyendo haber encontrado, por suerte, un tema con el que romper el hielo.

—En realidad creo que es de cuando tenía dieciséis, pero sí —aclaró ella, sonriendo con algo de cortedad.

—¿Y te sigue valiendo? —preguntó con algo de picardía el muchacho, recordando lo que le molestaba a Claire que le comentasen lo pequeña que parecía.

—Pues eso parece. Un poco justo en algunas zonas pero sí, no he crecido demasiado —bromeó ella también.

Evan volvió a fijarse en la figura de la mujer que tenía delante. Cierto es que el peto se ceñía bastante a sus caderas, a su cintura y a sus pechos, pero pensó que aquel trozo de ropa de hacía casi diez años le quedaba como un guante, mejor seguramente que entonces.

—Pues permíteme decirte que te queda genial. Pareces una de esas chicas de las redes sociales que crean tendencia con cualquier cosa —intentó halagarla.

Y lo consiguió. La risa nerviosa que había escuchado dos días atrás volvió a sonar en la dulce voz de Claire, provocando que él lo viese como un triunfo. Además, el ambiente parecía haberse destensado y pudo comprobarlo al ver cómo ella relajaba sus hombros, los que habían estado algo erguidos desde que se habían quedado a solas.

—Gracias —le agradeció ella—. Y gracias también por haberme vuelto a ayudar con las cajas.

—No hay de qué, para eso están los vecinos —dijo en voz alta por primera vez, sorprendiendo a ambos con aquella palabra.

—Sí, vecinos... —repitió Claire, sintiéndose realmente extraña con la situación— ¿Te apetece comer algo? Así te devuelvo el haberme ayudado.

Siete vueltas al solWhere stories live. Discover now