La fecha (Parte II)

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Las risas fueron la melodía principal para Claire y Evan aquella noche

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Las risas fueron la melodía principal para Claire y Evan aquella noche. El alcohol y las anécdotas fueron las causantes. De hecho, ninguno de los dos recordaba un veintiséis de febrero tan divertido desde hacía años. Para Claire siempre había sido un día que deseaba que pasase lo antes posible, con la mente ocupada y, de estar sola, bebiendo. Para Evan se había convertido, en los últimos años, en un repaso de las fotografías y vídeos de su adolescencia con el joven de los Amery. En muchas de esas imágenes también salía Claire, y es que cuando ella se marchó al país americano, fue como si la hubiese perdido a ella también. Nunca lo había compartido con nadie, pero jamás llegó a superar la marcha de ninguno de los hermanos.

—Ay... me duele la mandíbula de tanto reírme —comentó la castaña limpiando algunas lágrimas de risa de sus ojos.

—Eso es bueno —comentó el muchacho, feliz de ver a su vecina tan risueña.

—¡Dios mío! —exclamó ella de pronto mirando su teléfono móvil— Si son casi las cuatro de la mañana.

—Sí. Hace cinco minutos te he dicho que eran menos cuarto, pero según tú la noche era joven.

—Bueno, lo es. Pero mañana tengo que ir a trabajar.

—Vaya, al fin la Claire responsable ha vuelto —se mofó el muchacho—. Creo que lo mejor será que nos vayamos a dormir.

En ese preciso instante, una canción que le encantaba a Claire comenzó a sonar en el altavoz. Esta, sin dudarlo, se levantó del sofá para bailarla, pero se tambaleó en cuanto su cuerpo quedó sin la sujeción de los cómodos cojines del cheslong.

—Eh, eh... ¿A dónde vas tú tan decidida? —cuestionó Evan levantándose también, impidiendo que Claire se tropezase con la mesa.

—A bailar.

—¿Pero no teníamos que irnos ya a dormir? —se rio.

—Sí, claro. Después de esta canción.

Claire intentó zafarse del suave agarre de Evan, pero sus pasos fueron incapaces de seguir una línea recta. Ambos se rieron, y es que al parecer iban más bebidos de lo que habían imaginado.

Gracias al amplio espacio del salón, Claire consiguió llegar a una zona lo suficientemente ancha para que pudiese tambalearse en un intento de baile sin miedo a que se diese con cualquier mesa, silla o mueble. Comenzó también a cantar la canción bajo la atenta mirada de Evan, que disfrutaba tan solo con verla. Incluso con el equilibrio y la coordinación afectadas se veía increíble bailando.

—Vamos, no te quedes ahí mirando —le sacó Claire de aquella intensa observación—. Ven y baila conmigo.

—¿Yo? ¿Bailar? Sabes que bailo fatal —se rio el propietario de esos ojos azules que Claire había sentido sobre su cuerpo durante varios minutos.

—Vamos, solo hay que seguir un poco el ritmo. Te he invitado a la fiesta y es la última canción, así que no puedes negarte —intentó convencerle Claire alargando su mano para que se uniese a ella.

Siete vueltas al solWhere stories live. Discover now