Southbank (Parte II)

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—Vaya, muchas gracias —agradeció Claire sin mirar a quien la había ayudado, aprovechando el momento para coger sus llaves—

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—Vaya, muchas gracias —agradeció Claire sin mirar a quien la había ayudado, aprovechando el momento para coger sus llaves—. Ahora ya podré abrir sin problemas.

Sin embargo, no fue así. Tener que sujetar todo lo que llevaba le impedía ver dónde se encontraba la cerradura y no atinaba a meter la llave de ninguna de las maneras.

—¿Te ayudo? —Aquella voz la hizo girarse hacia el hombre que la había ayudado, el mismo que se encontró días atrás en una situación muy parecida.

—¿E-Evan? —le nombró confundida a la par que nerviosa, sintiendo cómo sus mejillas se encendían al instante— ¿Qué haces aquí? No habíamos quedado, ¿no? ¿Te mandan mis padres? Si es que siempre se meten donde no les llaman... —Todas esas preguntas tan solo respondían a la cantidad de escenarios que se habían formado en su mente al verle allí, pero se castigó al sonar tan desestabilizada — Bueno, no importa. Sea por lo que sea, gracias.

Claire volvió a intentar abrir el portal, pero a aquella vez se le sumó el ligero temblor de sus manos, por lo que le fue imposible encajar la llave. Se sorprendió todavía más cuando, con una que no eran la que ella sujetaba, Evan abrió la puerta. Estaba muy confundida, más cuando se dio cuenta de que él, para hacerlo, tuvo que acercarse a su cuerpo y sus rostros quedaron muy cerca, mirándose y pudiendo percibir a la perfección su aroma mientras dos iris azules la observaban con algo de diversión.

—Vivo aquí —soltó Evan.

Y aquella declaración fue como una bomba para ella. Evan pasó entonces por su lado, dejándola completamente paralizada todavía en la puerta que el joven tuvo que sujetar para que no se le cerrase en los morros. No podía creer que lo que Evan le acababa de decir fuese verdad. Debía tratarse de algún tipo de broma. O quizás de una alucinación o de un simple vecino buenorro que se parecía demasiado a él.

¿Cómo siendo una ciudad tan grande podían acabar viviendo en el mismo edificio? ¿A caso algo así era posible? ¿Por qué Evan querría tomarle el pelo?

Su corazón palpitaba a gran velocidad mientras su mente volvía a embotarse, fruto de las miles de ideas y de explicaciones que pasaban con premura ante ella.

Siete vueltas al solWhere stories live. Discover now